martes, 6 de mayo de 2008

Steimbeck, un norteamericano cualquiera


No es común hallar norteamericanos con vocación social. Uno podría recordar, con dificultad, algunos ejemplos: Saco, Vanzetti, Luter King, Bob Dylan. Se contra- argumentará, con razón, que los nombrados eran marginales y, por ello, se opusieron a lo que consideraban un mal sistema. O se dirá que los dos primeros eran inmigrantes italianos con escaso dominio del inglés, el tercero un negro y el último un judío. Pero un gringo de verdad, rubio y carapálida, pero con vocación social no es fácil de hallar. Se está acostumbrado a pensar en el yankee imperialista o en el yankee “go home”, tipos de uniforme militar o de uniforme ejecutivo, metidos en guerras cuyo objetivo es siempre la rapiña.


Con esa desconfianza y ese prejuicio uno llega a Steimbeck. Y resulta que el tipo influyó en el muy chileno y muy izquierdista Nicomedes Guzmán (La Sangre y la Esperanza) o en el chileno- argentino y anarquista Manuel Rojas (Hijo de Ladrón, Sombras contra el muro). Manuel Rojas terminó viviendo en USA, casado con una estudiante norteamericana que “secuestró” y no me extrañaría que todo haya sido motivado por Steimbeck. Luego uno se entera que ganó el Nobel y que muchos de sus libros han sido películas con éxito de taquilla. Entonces, por lo menos, por curiosidad, dan ganas de leerlo.


Tengo al frente mío (mas bien al lado) la novela “La perla”. Una epopeya entera resumida en 100 páginas, donde el protagonista es Kino, un campesino pobre y bastante maltratado. En un estilo breve, que nos recuerda “El viejo y el mar”, nos cuenta como Kino de la noche a la mañana se vuelve rico al encontrar una perla valiosa. Un ser mínimo pasa a ser el centro de la atención en su aldea. Todas las malas artes y estrategias de los poderosos – que en este caso son de poca monta- se ponen en marcha para arrebatarle la perla a Kino. Y al final el triunfo no será de nadie, pero nos quedará la sensación de que las cosas podrían haber sido mejores.


También se halla a mi lado “En dudosa batalla”. La historia nos cuenta acerca de un grupo político, escaso de recursos, proscrito, sin ningún triunfo que mostrar como no sean las pateaduras frecuentes por parte de la policía. Sin embargo, son expertos en el arte de la agitación. Dos de ellos - Jim Nolan, un soñador que no lleva mas de una semana en la organización y Mac, un tipo experto, pragmático y que “nunca duerme”- se infiltran en una cosecha de manzanas, en el estado de California, y logran armar una huelga. Los hechos ocurren durante la depresión y la situación es muy dura para obreros, marginales y temporeros. La situación no es muy diferente a lo que uno acostumbra a ver en Sudamérica. Nuevamente el poder despliega una capacidad casi infinita: control de los medios, amedrentamiento, amenazas, muerte, cárcel y por sobre todo mucha policía. Pero los campesinos tienen, esta vez, una pequeña oportunidad. Y aunque fracasen, como nos indica Mac: “empezaremos de nuevo, siempre. Somos porfiados...”.


No son sus novelas más famosas. Lejos, casi a punto de ser conocidas por el hombre de la calle, están “Las uvas de la ira” y “Al este de Eden”. Ambas llevadas al cine, ambas excelentes novelas, nos dejan con la sensación de que Estados Unidos ha sido construida con sangre de muchos inmigrantes anónimos, de tipos pobres y perdedores, de esclavos. La brillantez del imperio se hace humo. Y la enseñanza, de importancia, es que los poderosos han sabido siempre llevarse la mejor parte. Sea donde sea, contra campesinos yankees o campesinos latinos, la ambición sigue actuando en la sombra. Steimbeck da algunas luces para detectarlos a tiempo.

Bibliografía:

[1] En dudosa batalla

[2] La Perla

[3] Las uvas de la ira

[4] La luna se ha puesto

[5] Al este del Edén.

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