miércoles, 17 de diciembre de 2008

El país de las sombras largas, de Hans Ruech

El libro “El país de las sombras largas” es uno de los libros más bellos que he leído. Pero no basta con esos adjetivos casi mamones, a esta altura. Porque es también una novela instructiva. No sé si lo que se cuenta en ese libro posee la rigurosidad antropológica, pero la forma en que se presenta la hace tremendamente creíble.

Actualmente es un pueblo que vive integrado en la modernidad. El esposo de la candidata a la vicepresidencia norteamericana era inuit. Prontamente alcanzarán, además, la independencia política. Y su territorio ancestral (uno de sus territorios) está lleno de riquezas petrolíferas que podría llamar la atención de su ambicioso vecino USA.

Pero en los tiempos del libro, la modernidad no había llegado. En los tiempos del libro la vida se abría paso con dificultad en este mundo helado. Hay montones de detalles que llaman la atención y que son casi graciosos. Por ejemplo, las temperaturas llegan perfectamente a los 50 grados bajo cero. Uno de los protagonistas (que en la versión cinematográfica era protagonizado por Anthony Queen) se saca la polera cuando hacen 10 grados bajo cero porque “le da calor”.

El estilo de la novela es asombroso: ahí donde todos los escritores (o aspirantes a) se devanan los sesos tratando de hacer una novela ágil, Hans Ruech lo logra de una manera que parece simple. En las 284 páginas que posee mi edición, el autor cuenta la historia de tres generaciones de inuit. Y la acción no decae nunca.

Sin duda lo que más sorprende al lector son las costumbres sexuales, a estas alturas largamente comentadas: el esquimal presta la mujer al prójimo sin cuestionamientos ni celos. Es más: es grave no aceptar la mujer cuando se la ofrecen. Se corre el riesgo de morir. A esto los personajes le llaman “reír”. Es interesante el alcance. Porque el eufemismo no alude de manera brutal al sexo, alude a la alegría que se produce al estar acurrucado con una mujer. ¿Por qué el esquimal no se complica la vida con esto? (o más bien, no se la complicaba, porque dudo que el señor Palin vaya por ahí ofreciendo a Sara). Mi respuesta la escasez de mujeres en esas regiones da para esos extremos. ¿Le parecía excitante al inuit imaginar cómo, dentro del iglú, le hacían el amor a su mujer?. Yo creo que no eran capaces de esa clase de perversión. El frío polar no da para esa clase de fantasías. En otro artículo comentaré el significado de compartir la mujer en la sociedad actual.

martes, 9 de diciembre de 2008

Brazil, una anti-utopía

Muchas cosas se han dicho acerca de la película Brazil. Entre ellas, la más recurrida, es aquella que dice “se trata de una película que retrata la alienación del mundo moderno”. Es curioso observar, sin embargo, que no se trata de una película sobre el futuro, tal vez ni siquiera sobre el presente. Por supuesto, la película es mucho más de lo que el análisis revisteril ha querido mostrar.

Partamos por lo básico. Brazil cuenta la historia de una ciudad, y de un hombre dentro de ella, que viven la burocracia al punto que esta lo domina todo, incluido el terreno de los afectos. El sistema se hace funcionar de manera “perfecta” a base de miles de funcionarios ordenados y eficientes que jamás cometen errores. Al menos eso es lo que pregonan los líderes. El protagonista es otro funcionario más, un tipo existencialista, que se cuestiona su entorno y, mas aún, cae constantemente en el vicio de la ensoñación, lo que lo lleva a vivir una especie de doble vida. Es un hombre con deseos de rebelarse y diariamente lleva a cabo algunos pequeños e inocentes sabotajes. Hasta que termina convirtiéndose en un auténtico rebelde. Y eso le lleva a un destino inevitable, del tipo que corresponde a esa clase de marginales.

Como ya lo adelantaba, no se trata de una película que hable del presente, no para mi gusto. De todas formas es un futuro que pudo “haber sido” de continuar las condiciones imperantes en el ámbito estatal hasta finales de los 70. Pudiese ser que relate de manera eficaz la realidad del Uruguay de los 60, ese que aparece retratado en novelas como “La Tregua” de Benedetti o “Un pequeño Café” de Marco Denevi. Del Uruguay de esos años, se decía que era “toda una enorme oficina”, a tal extremo lo había consumido la burocracia. Prácticamente todos en Montevideo trabajaban para el Estado, en alguna de las infinitas reparticiones públicas que le componían. Estamos hablando de una época en que no existían computadoras, lo que significa que no era posible acumular información en formato electrónico hasta un limite casi infinito, como es la situación actual. Tampoco existía la capacidad de procesamiento electrónico rápido. En definitiva, la solución fue convertir al estado en una “máquina de procesar” donde cada elemento hacía tareas únicas y diferenciadas. Una especie de “Fordismo” aplicado a las organizaciones. La película “Brazil” muestra una realidad burocrática llevada al extremo. Salvo que hay un nivel de desarrollo tecnológico un poco mayor. Básicamente se mantienen las mismas soluciones tecnológicas de los 60: las computadoras son máquinas de escribir, las pantallas son las utilizadas en los antiguos “microfilm” (aún se pueden ver algunos en el poder judicial chileno), los automóviles del empleado promedio son “huevitos”, el papel y el archivador son los elementos fundamentales, el correo es “neumático”, etc etc. La película está llena de pequeños detalles tecnológicos semejantes.

En Brazil todos trabajan para el estado y el que no lo hace se muere de hambre o se hace rebelde, lo que significa que empezarán a buscarte. De esta forma, el estado se ha metido en todo, lo que hace de esta película un buen ejemplo de obra “Antiutópica” como Fahrenheit 451, 1984, Matrix o Un mundo feliz. En todas ellas se imagina un mundo, en los que un cierto “sistema”, totalmente lejos del control de los ciudadanos, rige y ordena el mundo. El apelativo “anti” viene del hecho que, para el espectador, dichas invenciones son poco deseables. Se plantean moralmente como advertencias, respecto de elementos especialmente totalizadores dentro de la sociedad presente. Por ejemplo, 1984 las emprende contra la televisión y Un mundo feliz, contra las drogas “socialmente establecidas”. Para el caso de Brazil, es absurdo pensar que ese mundo pudiese existir alguna vez: ya estamos demasiado acostumbrados a no ser funcionarios de maquinarias estatales y a un cierto tipo de paradójica “libertad” dado por la instantaneidad del mail, del celular y las noticias al instante. A una sociedad como la nuestra le acecha mucho más un futuro como el mostrado por Matrix, y eso la hace más inquietante que Brazil.

De todas formas, Brazil es una película compleja y llena de metáforas, por el hecho de hablarnos, además, de la evasión. La forma en que el personaje escapa a la totalización y al sistema, es mediante sueños. Sueños que pronto van mezclándose con la realidad, a medida que el avance de los hechos convierte al protagonista en un marginal. El formato de esos sueños contiene muchos de los paradigmas del héroe: la heroína pura y bella, el rapto de la heroína, el horrible monstruo muchísimo más grande que el héroe (resabios del David contra Golliat), la gran batalla del héroe contra el monstruo, el triunfo final gracias a la osadía y la astucia. Pero el protagonista no es un héroe épico. Es un héroe tragicómico y es posible establecer paralelos indudables con otro de los grandes héroes tragicómicos de todos los tiempos: el mismísimo Quijote. Para muestra un botón: la delicada dama de los ensueños del protagonista es, en la realidad, una mujer ruda y vulgar, una auténtica Aldonza Lorenzo de la era burocrática.

A mi gusto Brazil es una película totalmente superada en términos políticos, sin embargo, su estética, su descripción fidedigna de una época, su forma de abordar el eterno tema del héroe, sus guiños al Quijote, su guión establecido 100% sobre la ironía, la convierten en un clásico.

jueves, 20 de noviembre de 2008

La imagen del capitalismo descrita por José Eustasio Rivera

Hace mucho leí un libro que me dejó completamente impactado y que, por eso, pasó a ser uno de los libros importantes que he leído. Han hecho encuestas para fuguetianos, donde preguntan ¿qué libro te llevarías a una isla solitaria? o “los 1000 libros que hay que leer” y otros ocios semejantes. Pues bien, agreguen “La Vorágine” de José Eustasio Rivera. No digamos que el autor es la fama misma, pero recuerdo que lo recomendaban en los antiguos “libros de castellano”.

La vorágine cuenta una época en la historia de Colombia, principios del siglo XX. Los parajes que describe son básicamente dos: la llanura, lugar donde se vive de la ganadería y la selva. Sin duda, la parte dedicada a la selva es la mejor lograda, la mejor contada y la más llena de consecuencias. En mi opinión personal, el autor debió escribir dos libros y llamarlos de manera diferente. Pero sobre ese punto no insistiré demasiado; da para un artículo diferente.

En términos de argumento lo que motiva la historia es el viaje. El primer viaje ocurre por la huida de una pareja que desea estar junta. El segundo viaje empieza cuando la mujer (se trata de una pareja heterosexual, en estos tiempos hay que estarlo aclarando) es raptada y llevada a la selva por un traficante de esclavos. El protagonista es acompañado por un amigo que está en la misma situación. La novela avanza y descubre donde los han llevado: a una faena productiva de extracción de caucho, controlado por dueños venezolanos. Se está en una época donde está prohibida la esclavitud. Pero los empresarios se las arreglan para esclavizar. El método es simple y diabólico: les pagan una miseria. No les alcanza para comprar en la pulpería. El dueño les presta con interés para que puedan comprar. La deuda crece, los trabajadores se endeudan más y al final ya no pueden salir del lugar hasta que hayan pagado la deuda al dueño. Para algunos, la deuda no se alcanzaba a pagar con varias vidas trabajando. Las condiciones de trabajo, obviamente, son extremas. En plena selva, con mosquitos, enfermedades, calor, violencia y una selva que se parece más a un desierto que a un lugar lleno de vida. El que se pierde en la selva muere casi con seguridad; o sobrevive pero vuelve loco. La opción que queda es alimentarse de lo que produce la selva, que debiera ser mucho, pero estos trasplantados del llano colombiano no saben como sobrevivir allí.

El sistema descrito me lleva de inmediato a recordar la situación que se vive en la sociedad “de consumo actual”. Las pulperías de la actualidad han llenado todos los rincones de la ciudad. Los habitantes de la ciudad quieren los productos de la pulpería, porque la sociedad los obliga, mediante “obligaciones sociales”, a vivir una determinada vida y a realizar determinadas adquisiciones en estas pulperías. Nuestras pulperías más grandes entregan prestado con interés. ¿Quién presta con interés?. Porque, al final de la cadena, los prestamistas y los dueños de las pulperías son los mismos. Por lo tanto, el modelo de la vorágine se reproduce en los principios del s XXI. Por supuesto, ahora las deudas son pagables, en principio.

El tema y el libro dan para mucho. Demasiado para el reducido espacio de comprensión y tiempo que es este medio.

viernes, 26 de septiembre de 2008

El futbol y la guerra


Los futbolistas son héroes que van a pelear por la fama de su país. “Esto no es una guerra”, dicen los comentaristas, pero es falso, porque el fútbol es el reemplazo psicológico de la guerra. No recuerdo que filosofo (Emerson o Dewey, tal vez) fue el que propuso el deporte, y la realización periódica de competencias deportivas, como una propuesta seria para acabar con la mala costumbre de acumular armas para usarlas cuando se tuvieran las suficientes. Notar que fue un filosofo. Los juegos olímpicos, los originales allá por el año 700 AC, detenían todo conflicto durante su ejecución.

El fútbol, ahora, es la guerra. Las derrotas en el fútbol se toman de esa manera, comentadas en los diarios, los periodistas con vergüenza, entrenadores que se erigen en salvadores de la patria. Como si hubiéramos perdido un buen trozo de territorio. Zamorano, en sus buenos tiempos, llegaba a Chile como Baquedano después de Yungay. Uno tendería a pensar que las fuerzas armadas están de sobra, pues basta convocar a 25 soldados bien entrenados. O que las mismas fuerzas armadas debieran encargarse de entrenar a los jugadores que van a competencias internacionales. Por lo menos justificarían su existencia. Parece como si el ejercito se hubiera transformado en una antigualla, con su orgullo por victorias de hace 100 años, recordando hundimiento de barcos, toma de cerros, sin mostrar que en las guerras de verdad, las del fútbol, que son las únicas que importan ahora a la nación, Chile no acumula mas que derrotas.

Donde queda claro que el fútbol es una guerra es en Roma. La vieja y querida Roma. Allí llegan los mercenarios, venidos de los rincones mas apartados del mundo. Soldados nubios, egipcios, tracios, lidios, argentinos, chilenos, españoles, nigerianos. Con ellos se organizan batallas en los múltiples coliseos del imperio. Son sangrientas, agotadoras, pero no mortales como antaño. Esto permite dos efectos impensados en la antigüedad: los empates y la existencia de tabla de posiciones. ¿Imaginan dos gladiadores que empatan sin que muera ninguno?

viernes, 22 de agosto de 2008

El dios del mal

Con el tiempo los cristianos asumieron que los dioses ajenos eran demonios. Este fenómeno no es nuevo. El caso Ario-Hindú es claro. Los demonios arios son dioses benéficos en la india y viceversa. O el caso israelita, en que baal ( y un caso particular de baal como baal-zebub o Belcebú) fue siempre calificado de maligno por los profetas y su adoración implicaba la condenación eterna. Así también Ercilla en su Araucana nos señala que los mapuches adoraban a Lucifer y hasta hoy ese mal entendido perdura, incluso en los libros de colegio donde se lee que Pillan es equivalente a demonio. No es este el sitio para ahondar en las razones de tal comportamiento. La respuesta, por lo demás, es fácilmente inferible.

Un ejemplo particular es Dionisos, por ser quien se ha convertido en nuestro actual paradigma de diablo. Fue el último en ingresar al panteón olímpico y famosa es su lucha contra Penteo. La divinidad del vino, de la alegría, del desorden, de la fiesta. Su culto pretende una vuelta ritual al caos primitivo. El espíritu que lo acompaña es la enajenación, la alucinosis, la distorsión de la realidad. A Dionisos se le asociaba el macho cabrío como animal tutelar, así como el perro fue el de Anubis. Su culto fue muy reprimido por los inquisidores medievales, pero cobra nueva fuerza al iniciarse el Renacimiento, asociado al de otra diosa: Diana, la cazadora. Una de las preguntas que constan en los registros de la inquisición dice “¿Haz cabalgado con Diana?”. Aparece relacionado con la brujería y el culto a Satanás, lo cual no deja a de ser irónico: el demonio cristiano es un antiguo dios griego que se negó a morir y el macho cabrío un viejo tótem tribal.

martes, 22 de julio de 2008

Disparando para todos lados: la burocracia del conocimiento


La investigación científica en el mundo tiene una crisis de imaginación. No puedo asegurar que los juicios que emita en este articulo sean por completo ciertos pero si puedo asegurar que representan un sentir. El sentir de que la ciencia se ha transformado en una actividad tremendamente mecánica. Como que para cualquier cosa hay un método definido: investigar, hallar tabla de datos o gráfico, escribir el paper. Casi nunca se ve, incluso es de mal tono, la realización de trabajos puramente especulativos, donde se discutan los problemas y las posibles soluciones. NI siquiera se presentan las posibilidades o aplicaciones de determinada investigación. “Eso es para los ingenieros”, dicen dando, de esa manera, una respuesta miope: Es falso que los ingenieros se preocupan del tema y con ello facilitan la ya afianzada “burocratización de la ciencia”. En esto ultimo quiero detenerme.

La burocracia es un tipo de organización creada por un tal Weber hacia fines del siglo XIX. Tal orgánica influyó en el Taylorismo y la tropa de pensadores positivistas que sobrevivieron hasta el siglo XX, o hasta hoy incluso. Se trataba de una estructura jerarquizada, donde los que se hallan en la base de la pirámide de mando realizan tareas simples y fáciles. En la burocracia no hay movilidad, a lo sumo ascensos que ocurren cada 10 o 20 años. El resto del tiempo el “burócrata” timbra y timbra certificados, despacha y despacha informes, etc. Tareas simples, cuya práctica debiese llevar, según la teoría, a una eficiencia ideal. La burocracia se volvió muy popular en todo el mundo, pues aumentaba de manera asombrosa la eficiencia y se adaptaba muy bien a la concepción estatista de la sociedad.

A la ciencia también llegó la burocracia. Los distintos grados académicos que se entregan a los investigadores son tremendamente inflexibles. Siempre el Magister va a mandar al licenciado y el doctor manda al Magister. Al menos eso es lo que se defiende dentro de las ciencias. Eso, en lo que a relaciones de poder se refiere, pero ocurre lo mismo en las áreas de trabajo del científico promedio. Sujetos que investigan dedican toda una vida al estudio de una determinada aleación, sin compendiar jamás este conocimiento. Ya Ortega y Gasset lo había previsto le había llamado “la barbarie de la especialización”.

Al científico actual parece que no le gustara más que investigar el detallito mas mínimo, sin mirar para ningún lado, sin pensar que ese problema está inmerso en algo infinitamente más grande llamado naturaleza y que, en el fondo, es lo que tratamos de encontrar. El científico se pone anteojeras. Al menos en la Universidad de Chile, es marcadísimo lo que explico. Pero me han contado que pasa lo mismo en las universidades del mundo.

Hay otros hechos que revisten igual o mayor gravedad que el anterior. Y que se hallan muy relacionados con este estilo de “vasos no comunicantes”. Uno de ellos es el nulo deseo de democratizar el conocimiento. Es decir, el conocimiento no se halla ahí para que todos, ignorantes o informados, tengamos acceso y hagamos uso de él. No. La idea es que el que paga (y se paga mucho), lo tenga. Me han contado de conferencias sobre ultimas investigaciones en determinada área, conferencias en CALTECH o MIT, a las que necesariamente hay que pagar. Casos en los que han expulsado prepotentemente a los “colados”. A mi me suena raro. ¿Dónde quedaron los ideales de conocer para entregar a “la humanidad” una mejor comprensión de la fisis?. Los departamentos de extensión, si es que existen, tienen como objeto mostrar obritas de teatro o cine a mil. No salen de eso. Jamás se ve que un experto materiales biológicos haga esfuerzos por divulgar lo que sabe, si es que sabe algo. Nuevamente, esto es marcadísimo en la facultad de Ingeniería de la Chile. Si no me equivoco, no tiene departamento de extensión. Todo lo que hace la chile ( y con ella todo el país, incluso en eso es “la universidad de todos los chilenos”) es con criterio economicista y más encima aplicado de manera mediocre. Una muestra: no se realiza colaboración con universidades privadas. Se sabe que las privadas no tienen, por lo general, laboratorios para ingeniería. Uno esperaría que la Chile se avivara y les ofreciera el servicio, con criterio economicista. Eso no se hará jamás. Las universidades privadas, dicen, son la competencia directa de la Chile y nosotros no podemos ayudar a la competencia. Suena bien. Sin embargo, de la Chile provienen muchas de las críticas que se hacen contra el sistema de competencia. Por otro lado está demostrado (Vease Amartya Sen o John Nash) que la economía funciona bien si se compite, pero que funciona aún mejor si se colabora. Los motivos para no colaborar con universidades privadas aparecen como políticamente muy correctos, pero carecen de visión y de verdadera economía. Por supuesto la colaboración podría darse con otras instancias de estudiantes (institutos, colegios, etc), pero para eso los recursos son bastantes. Ya sabemos que el estado no está dispuesto a invertir en traspaso de conocimientos de alta calidad a entidades que lo requieren con tanta urgencia y, menos aún, que esa tarea quede en manos de una universidad como la Chile. Los actuales manejadores del estado prefieren que el estado se encargue. Resultado: los operadores políticos tienen financiados sus asados y otras actividades menos alegres.

Esta falta de democracia que he descrito tiene un efecto bastante conocido en Chile. Y del cual todos nos hemos visto perjudicados. Se trata de la carencia de innovación, definida ésta como la creación llevada a negocios. Nadie puede negar que los negocios en el ámbito industrial carecen completamente de imaginación. Es fundamental que exista. En los tiempos de crisis, los empresarios se lamentan. ¿Para qué esperar hasta que llegue una crisis para hacer mejor las cosas?, pero cuando hay abundancia, nadie se acuerda.

lunes, 7 de julio de 2008

Democracia, Internet e Historia


Es curioso notar como la historia (ese periodo humano que utiliza la escritura) se transforma en una cuestión “no democrática”. La historia no la viven todos los seres humanos, bueno es decirlo. La historia es para unos pocos ilustrados que, por efecto de utilizar el medio escrito, acceden al poder. Ahora bien: el poder posee una cierta relación muy estrecha a la escritura. El dinero, desde tiempos inmemoriales, se cuenta (es decir, se mide) con la escritura. La utilización de la escritura va de lo puramente estético, a lo puramente práctico, como pudiese ser el conteo de números. Pero ambos establecen una cierta cuota de poder dentro de la historia.

Contraejemplos: Existen algunos que llegan al poder sin manejar la escritura, casi siempre maleantes. Pero no creo que existan maleantes de importancia, es decir con poder, que dejen fuera de su organización la escritura. Todo gran maleante tiene un excelente contador.

La internet, por su parte, ha generado una serie de modificaciones y una de las más notables tiene que ver en como el “cibernauta” se convierte en un sujeto de la historia, de manera que su vida va dejando un registro, en principio eterno. O hasta que los servidores mundiales sobrevivan. Hay, en alguna medida, una democratización de la historia. Ya no es necesario conseguir un amanuense que nos escriba las cartas, ni un bardo que cante nuestras hazañas. Ahora cada cual puede escribir las suyas, o puede escribir esos balbuceos breves del chat, o puede subir fotos o videos de su entorno a la red. Porque la democratización de la historia va ligada a una democratización de muchas otras expresiones que poseen carácter histórico y, en muchos casos, poseen también un carácter “simbólico”. A los que no se convenzan de lo que les digo puedo pedirles que realicen el experimento de mirar su cámara digital (si la tienen) desde las fotos recientes hasta las más antiguas a una cierta velocidad. Si ustedes tienen una cámara con mucha memoria (y un grado de costumbre de usarla) experimentarán una sensación de retroceso vital que puede sorprender. Incluso angustiar. Pueden jugar a “pasar toda la vida en un segundo” y, con eso, jugar también a la muerte. En una tarjeta de 2 Gb pueden, perfectamente, almacenar varios de meses de su vida.

Una ultima consideración ¿es esta democracia una forma de democracia real o es solo virtual?. De momento, me inclino por la segunda.

jueves, 19 de junio de 2008

Sobre la mayúscula en la palabra cristo

La Rae nos dice: “la palabra cristo se escribe con mayúscula porque cristo fue uno solo, por lo tanto cumple con la regla gramatical de que a las cosas únicas se les pone con mayúsculas”. Pero esa afirmación es cuestionable. Porque cristos hubo y habrá muchos. La literatura más aceptada prefiere la palabra “iluminados” o “enviados” o “personajes de voluntad mesiánica” para referirse a aquellos otros cristos, los apócrifos, para utilizar una palabra que se ha hecho popular en el último tiempo, gracias a un libro mediocre con su respectiva película ídem, pero que han tenido (ambos) la virtud de poner el tema en la agenda del ciudadano corriente. Recurriendo al dato duro, no se debe olvidar que en la época del cristo existió la más completa gama de religiones extrañas compitiendo en recetas y fórmulas para alcanzar la “salvación del alma”. Es más, esas recetas siempre han existido, desde otros ámbitos, principalmente desde la “filosofía”, utilizando una palabra genérica dado que no hay nada mejor para referirse a pitagóricos, órficos y otros grupetes. Pero la época de cristo era especialmente pródiga en recetas religiosas. Por ejemplo la secta de los fanaticci, iluminados frigios que llegaron a la capital del imperio (Roma) haciendo los malabares mas diversos, dando saltos, cayendo en éxtasis, etc. Otro ejemplo perdurable es el mitraismo, secta de origen persa en la que se adoraba a Mitra, deidad secundaria en la religión de Zaratustra, y cuya historia recuerda en muchos aspectos la historia del nacimiento de cristo: nace “sin pecado” y es visitado por reyes magos. Otro caso es la secta de los Gnósticos, cuya idea era alcanzar un conocimiento universal acerca de las cosas practicando diversas formas de ascetismo. Se calificaba de Gnósticos a grupos con corrientes de pensamiento muy diverso, sin una estructura común. Según entiendo (no estoy al tanto de investigaciones en esa área) los Esenios eran uno de estos grupos “gnósticos”. Por último, una secta que aún sobrevive en forma larvada (y disimulada) en algunos sectores del norte de la India: El maniqueismo.

Pues bien, cada uno de estos grupos poseía un “enviado”, un ser mítico (a veces con existencia histórica), cuya directa conexión con dios permitía una salvación total del creyente. Uno puede teorizar hasta qué punto existen elementos fascistas en esta actitud y una teorización como esa con seguridad daría conclusiones interesantes.

Por supuesto los creyentes podrían hacer la observación lógica: “si, pero de todas esas religiones que nombras no sobrevivió ninguna. La de cristo, entonces debe ser la correcta”. Creo que esa observación no es correcta en absoluto. Hay que recordar que la sobrevivencia siempre está asociada a motivos darwinianos (o neodarwinianos si se quiere ser exacto): una selección natural de las corrientes de pensamiento. Lo cual es una explicación para mi gusto correcta del fenómeno. Pero no se debe olvidar algo peor aun para la “observación lógica”: la de cristo no es la única que sobrevivió. Tenemos por un lado al Budismo y al islamismo, más una infinidad de recetas de salavación algunas de las cuales han sido absorbidas por el propio cristianismo, por ejemplo la religiosidad popular haitiana o del norte del Chile.

El Budismo, por su parte, es una religión que se planteó en términos ateos en su origen. Pero con el tiempo se volvió mesiánica: Buda fue enviado por los dioses para salvar al hombre de la infelicidad. El islamismo, por su parte, fue mesiánica desde su origen: el mismo Mahoma se planteaba a si mismo como el único representante de Alá, un enviado que venía para predicar al mundo entero. Vale la pena añadir que ambas religiones poseen muchísimos más creyentes que el cristianismo.

Resumiendo: esto nos lleva al principio del artículo. En un acto de honestidad la real academia debiese permitir la escritura de la palabra cristo como si fuese un sustantivo corriente.

lunes, 9 de junio de 2008

Kafka y la angustia por el infinito

La obra Kafkiana, que tan amplia nos parece en algunos sentidos, es atravesada, como todas las obras de los grandes creadores, por símbolos que hemos de calificar, en palabras de Sábato, como “obsesiones” repetitivas y constantes. La cultura tiene que ver con objetos sociales y con relaciones entre ellos. Los objetos sociales son la obsesión del escritor y sus relaciones son los relatos que hace. Por ello, la cultura se ve muy beneficiada cuando un escritor ha encontrado su obsesión. Pero el beneficio del que hablo sólo se vuelve útil cuando el escritor informa a la sociedad de su hallazgo. Cuando no es así, la cultura que ha encontrado el escritor muere con él. El tipo ha perdido el tiempo. Perseguir una obsesión es una cosa grave: no es un pasatiempo; es, en realidad, un acto de compromiso con los demás seres humanos. La aparición de cultura alternativa, o la indagación de la propia, ayuda a la sobrevivencia de los pueblos. Y la sobrevivencia de un pueblo no es una tonterita más. Es indispensable que el oficio de escritor continúe adelante. Hay muchas obsesiones de esta clase en Kafka, por ejemplo La Ley, el Poder o el Padre. Existe mucha bibliografía que trata el tema y, sin duda, la mejor bibliografía para comprenderlos es la obra misma de Kafka.

Hay una obsesión, sin embargo, de la cual aún no he encontrado reseña. Me refiero al infinito y la angustia ante el infinito. Lo interesante del caso es que Kafka se maneja en una versión bastante matemática del infinito. Yo diría que si se quiere comprender el concepto en su desesperante magnitud, lo mejor es recurrir al narrador checo y no a los libros de cálculo infinitesimal. No olvidemos que uno de los creadores del concepto moderno de infinito (Georg Cantor) se suicidó. Veamos la definición.

Se dice que un conjunto es infinito si al posicionarse en un punto cualquiera del conjunto, resulta que la pregunta “¿hay algo más grande que ese punto?” tiene respuesta afirmativa siempre. Existen muchos de estos conjuntos: los números enteros, los números reales y tal vez el universo mismo. En la obra kafkiana también existen esta clase de conjuntos: la torre de babel, la muralla china, el imperio, la ley, el tiempo del ayunador. La muralla china, evidentemente, no es infinita, rodear un imperio puede ser una tarea ardua pero no estrictamente imposible. Pero la narrativa de Kafka nos hace creer que es así. La manera en que los obreros trabajan años tras año, con estrategias de ensayo y error, a veces absurdas e inútiles nos convence que la terminación de la obra es imposible. O el hombre que está ante la puerta de la ley y se le dice que nada saca con luchar porque la cantidad de guardianes es enorme y cuando se dice enorme el hombre comprende que se refiere a infinita. O el ayunador que quiere ayunar para siempre y su propio cuerpo se transforma en límite, puesto que se morirá antes de alcanzar su sueño.

Se dice que el padre de Kafka, un día, para castigarlo, lo dejó afuera de la casa, toda una noche de frío y nieve. Eso nos hace pensar en otra de las constantes en su obra: la condena. Muchas veces estas condenas no tienen fin. Lo interesante es que los proyectos infinitos que “deben” construir sus personajes pueden ser interpretados como una condena cuando vemos que se trata de trabajos infinitos. Su infinidad genera la angustia y luego genera una condena. Esto es la repetición hasta la saciedad, de maneras muy sutiles, del viejo mito de Sísifo, aquel pobre griego que debía cargar una piedra y cuando llegaba a la cumbre esta piedra caía al despeñadero. Como diría Camus, el mito de Sísifo nos conecta con el absurdo. El infinito es una condena porque en la mente del castigado sobreviene la angustia y el sentimiento de que los acontecimientos son absurdos. ¿Quién es el castigado? Al parecer no los personajes, porque ellos se mantienen en la inocencia, como Sísifo, que volverá a cargar su piedra como si hubiera olvidado por completo que la piedra se le cayó hace apenas un minuto. Los constructores de la muralla siguen con tesón su tarea, el ayunador seguirá sin comer, etc. Pero al lector le pasa lo desagradable. Es como si Kafka estuviera usando un extraño método para sacarnos en cara sus miserias: literatura. La metáfora de Sísifo cruza la obra de Kafka, aplicada o “aterrizada” a diversas situaciones, muy abstractas por cierto. Nuevas situaciones para el viejo mito. Uno se pregunta, ¿es posible seguir buscando más aplicaciones de la metáfora? ¿Es esa una senda todavía por recorrer? Los autores se repiten, toda escritura es una reescritura. Sin duda que abundan los chilenos angustiados ante el infinito. Sin duda que hay escritores que asustan a sus lectores con el infinito. Aunque no sean ellos los más talentosos para hacerlo; son mucho mejores las financieras, la justicia, el poder, los medios, el conocimiento, la violencia, el dolor. Los mismos culpables de siempre. Al escritor no le queda más remedio que retratar la sociedad en que vivimos, otra vez como siempre.

Bibliografía:
En castigo léase los siguientes cuentos de Kafka
[1] Ante la Ley
[2] La construcción de la muralla china.
[3] Un mensaje imperial
[4] El artista del hambre

lunes, 26 de mayo de 2008

La Navidad no existe más

Ayer fue ese día que todos los niños esperan y que los adultos a esta altura desprecian, sin aceptarlo: el día de la noche buena. A mi, para ser francos, no me gusta la navidad y me parece mas bien una “nadidad”. Vayamos por partes:

1. La navidad celebra el nacimiento de Jesus, llamado el Cristo y tambien el Mesías, para otros es el “jesucristo” y figuras semejantes. Yo hace rato que dejé de creer en la existencia de este personaje y me adhiero a la hipotesis (ya no recuerdo al autor, pero su libro era muy cnvincente) según la cual “Jesus” es una construcción literaria, que cualquiera puede hacer, utilizando como datos las afirmaciones de los profetas hebreos. Los profetas decían “será de la estirpe del rey David”, pues bien, se le hace nacer en Belén, lugar de origen de David. La cronica usual olvida que David tuvo como no se cuantas concubinas y medio Israel (de los tiempos de Herodes) era descendiente de David. La hipotesis de la construcción literaria de los Evangelios es avalado por los mismos evangelios. A cada rato y de manera harto sospechosa está diciendo “y esto ocurrió para que se cumplieran las palabras de profetas Isaias”. Lo cual bien puede querer decir “y esto se me ocurrió para que calce con las palabras del profeta”. Ustedes me dirán “¡Como que no existió!¡ Si los archivos romanos lo indican”. La verdad es justamente la contraria, los archivos romanos no la indican y eso que los romanos eran muy meticulosos y anotaban todo. Existe una nota acerca de un rebelde que se le condenó a la cruz (como a casi todos los revbeldes de la época que además eran muchos), pero que logró burlar la justicia y huyó del país en un burro. Dicha crónica es de 100 años antes del nacimiento de Cristo. La relación es que el tipo se trataba a sí mismo como el verdadero Mesías, cosa que no tuvo mucha influencia en sus congeneres. Por otro lado se encuentra un par de líneas del historiador judío Flavio Josefo, el cual poseía formación griega. El escribió una historia de los Judíos allá por el años 40 DC. En esas líneas dice que existió un hombre que fue el mesías, pero que fue condenado a la cruz. Lo curioso es que el tipo habla en esas dos líneas en un tono impensado para un judio muy practicante como lo era él: dice que el mesías ya vino. Investigaciones posteriores indican que se trata, nada mas y nada menos, que de una “interpolación” medieval. Como las hay por montones, en todo el nuevo testamento. El evangelio de San Marcos, descubierto en Qumran es 50% mas breve que el que cada uno de nosotros tiene en su casa.

2. Resumiendo la navidad señala el nacimiento de una figura que yo creo jamás nació, a no ser que, un hecho interesante desde el punto de vista literario, se celebre la invención de su figura por parte de intelectuales judios de formación griega. Como lo fueron Lucas y Mateo. Por lo tanto ¿porqué tendría que celebrar yo la Navidad, asignandole un sentido cristiano? Está el sentido cultural, innegable, hace ya mas de quinientos que esta tierra tiene una historia que no se entiende sin la existencia del Cristianismo. Todos los niños en Chile celebramos alguna vez la navidad y eso genera sentimentalismos ad-hoc. Por supuesto, respeto las costumbres sociales y no tengo ningún interés en cambiarlas. Soy acristiano, mas que anti.cristiano y la precisión no es gratuita.

3. No puedo dejar de lado otros hechos, aunque afecte la coherencia lógica de este texto: hace 500 años en chile nadie celebraba la navidad porque a Chile no había llegado esta religón nacida en medio oriente. En esa época la religiosidad que se tenía en Chile estaba basada en cosmogonías de los pueblos indios y se trataba de una cosmogonía (claro está) hecha en concordancia total con el ambiente que les rodeaba: muchos ríos, montañas muy altas y mar hacia el otro lado. No voy a caer en la tentación barata de decir que se trata de la mejor forma de religiosidad posible. Era la mas adecuada al entorno, eso si. No podemos olvidar que el Cristianismo se impuso en America con sangre, con mas odio que con amor y para la “Navidad” mi recuerdo va para las victimas de Cristo mas que para sus beneficiados: los pobres y mansos de espiritus. Cosa que es discutible, porque en 2000 años de Cristianismo el tema de la pobreza sigue en la agenda y mas bien parece que el Cristianismo no busca mas que perpeuarla para así asegurar un “mercado cautivo” a quien dirgir su prédica. Como dijera Nietzsche con mucha lucidez “el cristianismo es un religión de esclavos”. Dirigida al rebaño. Y si no tiene rebaño se le genera por la fuerza. En Europa fue lo mismo. La edad media es rica en ejecuciones a bárbaros que no abrzaban la cruz. Se les tildaba de satánicos (idéntica estrategia se usó en Chile. Ercilla dice “los araucanos adoran a lucifer”), Dionisos era el Demonio, los rituales a dionisos eran “pactos con el demonio”, Diana era “una bruja” y sus rituales eran “aquelarres”. La hoguera fue el destino de todos ellos y en América fue el descuatizamiento.

4. Después de todos los datos que doy en este texto (y les aseguro que no son mas que una mínima parte del total) me pasaría de inconsecuente si me “emocionara” por el nacimiento y los pastores y la “virgen” sin pecado (jua, como si follar fuera una maldad y no follar una bondad) y con un José del cual no se sabe ni jota. Por eso, disfruten la navidad por lo que de verdad significa: un tiempito que nos reserva el sistema para estar con nuestras familias y dar regalos a pendejos que, quizá, no vuelvan a recibir familia ni regalos hasta el próximo 25. Amén.

martes, 6 de mayo de 2008

Steimbeck, un norteamericano cualquiera


No es común hallar norteamericanos con vocación social. Uno podría recordar, con dificultad, algunos ejemplos: Saco, Vanzetti, Luter King, Bob Dylan. Se contra- argumentará, con razón, que los nombrados eran marginales y, por ello, se opusieron a lo que consideraban un mal sistema. O se dirá que los dos primeros eran inmigrantes italianos con escaso dominio del inglés, el tercero un negro y el último un judío. Pero un gringo de verdad, rubio y carapálida, pero con vocación social no es fácil de hallar. Se está acostumbrado a pensar en el yankee imperialista o en el yankee “go home”, tipos de uniforme militar o de uniforme ejecutivo, metidos en guerras cuyo objetivo es siempre la rapiña.


Con esa desconfianza y ese prejuicio uno llega a Steimbeck. Y resulta que el tipo influyó en el muy chileno y muy izquierdista Nicomedes Guzmán (La Sangre y la Esperanza) o en el chileno- argentino y anarquista Manuel Rojas (Hijo de Ladrón, Sombras contra el muro). Manuel Rojas terminó viviendo en USA, casado con una estudiante norteamericana que “secuestró” y no me extrañaría que todo haya sido motivado por Steimbeck. Luego uno se entera que ganó el Nobel y que muchos de sus libros han sido películas con éxito de taquilla. Entonces, por lo menos, por curiosidad, dan ganas de leerlo.


Tengo al frente mío (mas bien al lado) la novela “La perla”. Una epopeya entera resumida en 100 páginas, donde el protagonista es Kino, un campesino pobre y bastante maltratado. En un estilo breve, que nos recuerda “El viejo y el mar”, nos cuenta como Kino de la noche a la mañana se vuelve rico al encontrar una perla valiosa. Un ser mínimo pasa a ser el centro de la atención en su aldea. Todas las malas artes y estrategias de los poderosos – que en este caso son de poca monta- se ponen en marcha para arrebatarle la perla a Kino. Y al final el triunfo no será de nadie, pero nos quedará la sensación de que las cosas podrían haber sido mejores.


También se halla a mi lado “En dudosa batalla”. La historia nos cuenta acerca de un grupo político, escaso de recursos, proscrito, sin ningún triunfo que mostrar como no sean las pateaduras frecuentes por parte de la policía. Sin embargo, son expertos en el arte de la agitación. Dos de ellos - Jim Nolan, un soñador que no lleva mas de una semana en la organización y Mac, un tipo experto, pragmático y que “nunca duerme”- se infiltran en una cosecha de manzanas, en el estado de California, y logran armar una huelga. Los hechos ocurren durante la depresión y la situación es muy dura para obreros, marginales y temporeros. La situación no es muy diferente a lo que uno acostumbra a ver en Sudamérica. Nuevamente el poder despliega una capacidad casi infinita: control de los medios, amedrentamiento, amenazas, muerte, cárcel y por sobre todo mucha policía. Pero los campesinos tienen, esta vez, una pequeña oportunidad. Y aunque fracasen, como nos indica Mac: “empezaremos de nuevo, siempre. Somos porfiados...”.


No son sus novelas más famosas. Lejos, casi a punto de ser conocidas por el hombre de la calle, están “Las uvas de la ira” y “Al este de Eden”. Ambas llevadas al cine, ambas excelentes novelas, nos dejan con la sensación de que Estados Unidos ha sido construida con sangre de muchos inmigrantes anónimos, de tipos pobres y perdedores, de esclavos. La brillantez del imperio se hace humo. Y la enseñanza, de importancia, es que los poderosos han sabido siempre llevarse la mejor parte. Sea donde sea, contra campesinos yankees o campesinos latinos, la ambición sigue actuando en la sombra. Steimbeck da algunas luces para detectarlos a tiempo.

Bibliografía:

[1] En dudosa batalla

[2] La Perla

[3] Las uvas de la ira

[4] La luna se ha puesto

[5] Al este del Edén.

miércoles, 16 de abril de 2008

Voltaire y el ascenso de la burguesía


Enumerar los beneficios que trajeron al mundo las ideas de Voltaire y quizá toda su generación no es una actividad novedosa. Muchos la han llevado a cabo. Incluyen en la lista de aportes a la libertad de prensa, la educación para todos, la enciclopedia, obras literarias y teatrales. Pero pocos han dicho que, en gran medida desde su obra, se inició el triunfo de dos fenómenos: la revolución industrial y el ascenso de la burguesía. Para el hombre corriente estos datos pueden pasar por alto, puesto que no se les nombra con regularidad. Para quien posea espíritu crítico, sin embargo, esos aportes se vuelven sospechosos de calamidad. La revolución industrial y el ascenso de la burguesía son hechos relacionados entre si y con el capitalismo y la sociedad de hoy tiene su causa en estos dos hechos.

Voltaire nació en 1694 y su verdadero nombre era Francois Marie Arouet. Fue hijo de un notario Jansenista y esto es curioso porque el Voltaie-niño estudió con los jesuitas. Desde su época de estudiante se le conoció como polemista. Cuando ya estaba dedicado a “las letras”, fue encerrado en la Bastilla más de alguna vez por sus opiniones. En una de ellas permaneció cinco meses, al cabo de los cuales debió exiliarse en Inglaterra. La prisión no fue lo único de debió sufrir; también la persecución y el ataque de múltiples enemigos, incluidos algunos que fueron sus amigos inicialmente, como Diderot o Russeau, otro perseguido. Célebres se volvieron las disputas con este último, de las cuales puede decirse que salió triunfador. Sus luchas por la tolerancia, sus burlas a la religión y a la superstición, su apoyo decidido a la burguesía, su pertenencia a movimientos de carácter secreto ( como la sociedad del Temple), unido a su fama y popularidad, allanaron el camino a la revolución de 1789, suceso histórico que no alcanzó a vivir. La muerte lo sorprendió once años antes en París, luego de regresar de un largo exilio de mas de veinte años.

Voltaire se caracterizó sobre todo por su mordacidad y su humor. Conocido como el maestro de la burla, la dirigía sobre todo a lo que él calificaba de irracional. Es innegable que su época abundaba en irracionalidad: asesinatos por discrepancias acerca de el padre es superior al hijo o tan solo igual. Guerras y matanzas se sucedían en Europa a causa de divergencias religiosas. Básicamente Voltaire era Deista, creyente acérrimo de la ciencia (contaba él mismo con un laboratorio y pasaba largas horas en él con su amante Madame Chatelet, haciendo ciencia) y ferviente del comercio como actividad más noble que la tenencia de la tierra. Cayó en el exceso de alabar a Inglaterra, cosa que nadie comprendería un siglo más tarde. Ignoró (o quiso ignorar) el abuso que realizaban los mercaderes coloniales en América y Asia. Nativos morían como moscas por motivos mercantiles. Creía en el gobierno mediante la monarquía, pero su monarca debía ser un hombre educado al extremo de convertirlo en un hombre sabio, que toma siempre las mejores decisiones. Cosa que los hombres del siglo XXI todavía no hemos visto. Es, en ese sentido, el ideólogo del movimiento llamado “la ilustración”. Un hombre como Napoleón Bonaparte lo admiraba, considerándose a sí mismo como el monarca ilustrado que quería Voltaire. Muchos en la Europa de la época opinaban como Napoleón. Fue, justamente, durante el reinado de Napoleón, en que el poder de la burguesía se afianzó y todo lo que soñaba “el maestro de la burla” empezó a ocurrir: empezaron a mandar los burgueses, el comercio fue la gran actividad del siglo XIX, la ideología religiosa empezó a perder adeptos en desmedro de la ideología científica. Se iniciaba el positivismo, el libre mercado y la fe ciega en el progreso y la máquina. Inglaterra de alzaba como el imperio más poderoso de la tierra.

Como puede verse, la buena fama que aún mantiene Voltaire (mucha gente cree que se trata de un rebelde revolucionario al estilo de Che) no implica necesariamente el apoyo a sus principios. Los principios de un Burgués, anticlerical pero creyente, que no le prestaba ninguna importancia al espíritu que, a su juicio, rebajaba las virtudes de la razón. Fue Voltaire uno de los mayores promotores de la racionalidad determinista. Esto ya es criticable: desde la misma ciencia la idea del determinismo ha perdido crédito. Sigue siendo la realidad para muchos trabajadores, sin embargo; entrar y salir a la misma hora, tener el mismo auto y cuando viejos vivir de la pensión. Y es así porque los ejecutivos del país creen en un sistema de administración determinista: Chile sigue bajo la tutela del Taylorismo y la Burocracia.

Voltaire estaba encantado con los comerciantes, los que conoció en toda su magnitud en sus viajes a Inglaterra. Hay miles de argumentos, todos buenos, para apoyar el comercio, pero no podemos olvidar sus abusos. Un ejemplo: cuando los ingleses llegaron a China ésta se negó a comerciar. No les interesaban los productos de la revolución industrial. La situación no tuvo solución hasta que los ingleses conocieron el opio y monopolizaron su cultivo vendiéndolo a los mismos chinos. El té de china corría como el oro a cambio del opio. Se decía que el gigante de oriente estaba drogado, adicto, que nunca despertaría y Marx hizo su célebre relación entre opio y religión. Es pertinente hacer notar que el tráfico y consumo de opio estaba estrictamente prohibido en Inglaterra. A los intentos chinos de liberarse se respondió con las infames “guerras del opio”. Al imperio celeste se lo repartieron las potencias hasta la revolución de Mao. USA, herederos directos del poderío inglés, siguen las mismas costumbres, agregándole la megalomanía. Todo esto proviene de la excerbada racionalidad de Voltaire. En cierta forma, vivimos en la deformación del paraíso que soñaba. Una versión desabrida, exagerada, burda. El experimento de traerlo a nuestra época quizá le haría cambiar rápidamente de ideas y, en una versión idealizada, le convertiría en un intelectual de “izquierda”.

Su idea de racionalidad poseía ese sabor a progreso que uno acostumbra a escuchar de boca del “Instituto libertad y desarrollo”. De Voltaire es la afirmación de que la posición del hombre en el mundo no dependerá más de una autoridad externa sino de su propia actividad libre y racional. Queda claro hacia adonde apuntaba la cosa: la libertad total como ideal. ¿Alguien puede creer hoy en algo semejante?. Ya sabemos que existe el otro, que los recursos no son infinitos, que nuestra sobrevivencia no está asegurada para siempre, que los únicos con libertades totales son los grandes capitalistas y tal vez ni siquiera ellos, porque por lo menos es prisionero de su propia ideología. El hombre es un ser limitado, en el borde de una galaxia promedio y bajo el alero de un sol promedio. No somos el centro de la creación como piensa la soberbia cristiano - capitalista.

Entonces ¿cómo es la cosa? ¿era Voltaire un genio o un tipo que atrasó el progreso del hombre por 300 años? Como dice Sábato, refiriéndose a Aristóteles (que atrasó el progreso por 2000 años), no hay contradicción: solo un genio puede atrasar el progreso del hombre por tanto tiempo. No se crea que toda la culpa es de él. Una de sus últimas obras, Cándido, ridiculiza abiertamente el optimismo de Leibnitz (“vivimos en el mejor de los mundos posibles”), hecho que le valió otra temporada en la Bastilla.

lunes, 7 de abril de 2008

El poder en Nietzsche



¡Que imprudencia! Lo ha expuesto a una
corriente de aire. ¡El superhombre ha muerto!
G. K. Chesterton

1
Cualquier aproximación al pensamiento de Nietzsche debe partir del hecho evidente que tenemos a un solitario ante nosotros. No conocía a cabalidad las relaciones humanas y, por ello, toda su visión del poder estaría plagada de enfermedades mentales. Paranoia, neurosis, depresión, etc. Era un hombre atormentado e incomprendido. Ni siquiera en estos tiempos en que la sicología, la semiótica, diversas formas de filosofía y ciencia han llegado a resultados inimaginables para Nietzsche, podemos decir que lo comprendemos. Es el gran incomprendido. A pesar de que, en su obra, hay por doquier alusiones a si mismo. Si se es un sicólogo convencido e incluso un hombre de la calle, es posible concluir que N era un ególatra como todos los solitarios. Por lo tanto se consideraba depositario de la verdad, siendo él el único en alcanzarla y siendo, por tanto, el primero de los que dieron el salto cualitativo. Para los creyentes en su doctrina N se trata del único profeta: sus verdades deben ser puestas en practica.

2
N, al hacer interpretaciones históricas, a menudo recurre al término raza y a las degeneraciones de esta. Con regularidad se halla combinada con la palabra instinto, dándole a esta un carácter positivo. Se podría conjeturar hasta que punto N era un racista, en el sentido actual del término, quiero decir un nazi. No podemos negar que N hablaba en el lenguaje de su época muy a su pesar. Hablaba para sus contemporáneos, no para el futuro. Hablaba a Wagner y a Schopenhauer. Utilizaba los términos corrientes en aquella época, antes de la aparición de la teoría genética, época de nacionalismos exacerbados, unificación de Alemania e Italia, glorificación de la guerra, carrera armamentista y problemas sexuales producto de la represión Victoriana. Europa produjo a N y N era su mejor reflejo. No puede extrañarnos los términos en que se expresaba: el caso Dreyffus reveló mas crueldad con los judíos. El racismo del imperio Austro-Húngaro hacia los magiares (la etnia mas numerosa del territorio) era evidente, y el de Alemania hacia los polacos. Paradojalmente N se consideraba superior por ser polaco. Incluso tiene palabras de admiración para los judíos. Nuevamente, desde la sicología sería otra prueba de sus complejos de inferioridad. Su confianza en el instinto viene del hecho de creerse un sobreviviente. Solo él seguiría adelante luego de la decadencia de Europa. Sus opiniones no son aisladas, mas bien se presentan con mucha regularidad en artistas e intelectuales, sobre todo posteriores a él. Hay casos de finales trágicos, como John Kennedy Tool y casos chilenos, como Huidobro y Pablo de Rokha. Mas de alguna vez señaló que el intelectual debía realizar una especie de engaño social; hacer creer que estaba integrado, con un pequeño trabajo “burgués”, funcionario o profesor, pero en el fondo siendo un ser apartado y especial.

Cuando N hablaba de raza no lo hacía en los términos que hoy entendemos por esa palabra. Un sinónimo mas cercano sería especie. Él creía en la evolución, pero la selección natural no le parecía el mecanismo para explicarla. “La raza de los superhombres no llegará mediante ningún procedimiento sospechosamente británico como la selección natural, sino mediante el ejercicio dionisiaco de la voluntad de dominio”. ¿Qué es esa voluntad de dominio de la que nos habla? Debemos (¿debemos?) comenzar con el concepto mas básico: Existe una minoría de señores y una mayoría de rebaño. Hay dos morales: una moral de señores y una moral de rebaño. Son antagónicas. Lo bueno para los señores es el puro ejercicio de la voluntad de dominio. Pero las cosas, nos dice, no han conservado su carácter natural. Se ha producido una caída del hombre y los esclavos han llegado a gobernar a los señores. El cristianismo es el que realizó esta gran obra. Todas las religiones de la mansedumbre son enfermedades sociales. Incluidas las nuevas formas (nuevas en su tiempo) de cristianismo decadente: la democracia y el socialismo. N odiaba todas la formas de gobierno democrático y parlamentario, odiaba el liberalismo inglés y el socialismo europeo. Entonces ¿quienes son los señores?:

La voluntad de lo verdadero es una forma de voluntad de poderío. La voluntad de poderío es la forma primitiva de pasión y todas las otras pasiones son solamente configuraciones de aquella.

3
Pareciera que N tenía gran obsesión por el poder, pero esto no es cierto. Si lo hubiera tenido seguramente sus opiniones acerca de la contingencia de su época serían mas abundantes, pero solo encontramos algunas críticas a Bismark. Lo demás es filosofía. Lo que buscaba era algo mas general, una teoría del mundo, un sistema filosófico. Estaba en esa tarea cuando se lo llevó la locura. El libro “La voluntad de dominio” es su último intento y en él quedan aclarados muchos de sus rechazos; podemos entender que cosas quería cambiar por falsas o dudosas en el conocimiento de su tiempo. Habría sido tal vez un avance sustantivo la escritura de ese libro definitivo. La actual coyuntura científica parece dar alguna luz. Siempre se creyó que el determinismo de la mecánica de Newton era una verdad inamovible y el hecho de la evolución y el hecho, aun mas curioso, que tengamos esperanza parecía contradecir la tesis del determinismo. N se adelanto a su tiempo: la voluntad de dominio es la base de esta nueva explicación. Esta base es bastante mas dinámica que “la ecuación fundamental” de Newton. Dicha ecuación siempre ha sido inútil para explicar el mundo de lo vital. Pasar de la partícula individual al mundo de lo vital es un problema no resuelto y se mantendrá así por bastante tiempo mas. N nos habla de una ley que ayuda a la comprensión del mundo de lo vital: la vida es esencialmente un esfuerzo hacia un aumento de poderío. Esta voluntad es la mas íntima e inferior, es decir, esencial. N nos habla del mundo interno de los hechos y nos dice que este mundo contiene una cierta voluntad que lucha y que vence. Luego explica que todas las hipótesis del “mecanismo” no son hechos en sí sino interpretaciones hechas con la ayuda de ficciones síquicas.

La voluntad de poderío es una explicación para el mundo de lo vital no una recomendación para los políticos. La verdad es que N recomendó mas de alguna vez que este instinto esencial fuera dejado mas libre de lo que era en su tiempo, porque en su tiempo ningún instinto era dejado libre. Dejar este libre significaba un avance. N llamó señores a aquellos que dejan ese instinto libre y rebaño a los que se rigen por formas añejas, como el determinismo, el idealismo Kantiano o la democracia. Hubo señores, pero ya no los hay mas: el cristianismo los liquidó. N era un poeta y como todo poeta hizo una metáfora de su idea: Dionisio era la imagen del hombre que pone en práctica el instinto de la voluntad de poderío. Se pueden hacer críticas a la elección de esa metáfora, a la luz de nuestro actual conocimiento de mitología griega. A su época, sin embargo, dicha metáfora era significativa. NO fue la única metáfora: Napoleón, Wagner y Bismark estuvieron también en su lista. Pero eran hombres de carne y hueso, no metáforas; terminaron traicionando al final y N les perdió la confianza.

N, al final de su vida, no desconocía esto, “sin embargo la criatura tiene necesidad de los contrastes”. Pero estos contrastes o resistencias a la voluntad de poderío la refuerzan y obran como estímulo a la vida.

4
Un hecho interesante es que nos habla del placer. El placer, dice, se produce con la satisfacción de la voluntad de poder. El desagrado viene con la resistencia. De tal manera que placer y desagrado con indicadores claros del estado de la voluntad de dominio. La causa del placer es el hecho de que la voluntad quiere avanzar y es, siempre, nuevamente dueña de lo que encuentra a su paso. Es decir, el placer no está en el triunfo sino en la lucha. En este sentido se comprende el gran apego de N por los conceptos de la religiosidad germánica. El cielo germánico es un lugar donde la batalla es eterna. Todo el día luchan los guerreros, incluso mueren. Al día siguiente los muertos se levantan y continúan la batalla, por siempre. Es también comprensible su admiración al guerrero como imagen arquetípica absolutamente opuesta al sacerdote. Este ultimo es vil y astuto. El rebaño en cambio no tiene esta concepción, sino la del hombre feliz, aquel que siente placer cuando está cómodo, con una vida tranquila, con mujer e hijos, sedentario, ojalá muriendo en su cama, guiado por el sacerdote. Para el germánico morir en la cama era la peor de las muertes. Se podría decir que N era un hedonista y él mismo no rechaza esta filiación: los filósofos presocraticos son un ejemplo de señorío. Sócrates, nos dice N, acabó con eso.


5
No se puede negar que N tuvo gran influencia en la lucha por el poder. Los Nazis lo utilizaron y falsearon. Los fascistas de Mussolini lo veían como el profeta: los italianos eran los nórdicos del sur. Mucha de esta confusión fue causada por su propia hermana, que se convirtió en depositaria de su obra y guardiana de archivo Nietzsche. Se hizo nazi y falseó mas de alguna vez los escritos de su famoso hermano por órdenes de Goering. Todo no fue más que un terrible malentendido. Al parecer, alguien habló de la vida y todos creyeron que se refería a la muerte.

Bibliografía:

[1] F Nietzsche, “La Voluntad de Dominio”
[2] Crane Brinton, “Nietzsche”
[3] Geoffrey Bruun, “La Europa del siglo XIX”
[4] J.L. Borges, “Antiguas Literaturas Germánicas”
[5] H. Marcuse, “Razón y Revolución”