martes, 29 de diciembre de 2009

La trasgresión como sustento de la vanguardia

Ocurren cosas muy extrañas en el mundillo del arte. Por ejemplo, que obras realizadas con, a veces, escaso esfuerzo lleguen a costar mucho más que los insumos y el trabajo productivo del creador. ¿Qué está pagando el coleccionista al comprar a precios fabulosos?

Recientemente se publicó en Argentina una investigación que señala que el grupo de los compradores se constituye de especuladores y gente que ama el arte. El especulador es un negociante cualquiera buscando comprar barato y vender caro. Y es un hecho asombroso que existan especuladores asociados al mundo del arte, porque ¿porqué tendría que costar caro, por decir algo, un tiburón en formaldehído, refiriéndome a una de las obras más famosas de Damien Hirst? ¿Qué está pagando el coleccionista ruso que paga millones por una de estas construcciones? Se dice que uno de los fundamentos del arte, por lo menos uno del tipo de Hirst, es la trasgresión, entonces ¿el magnate ruso paga por tener un espacio trasgresor en su mansión? Es extrañísimo. Por otro lado, implicaría que solo connotados magnates tienen acceso a la trasgresión, el común de los mortales debe conformarse con ver la foto, “si es que”. La conclusión es sorprendente, porque nos lleva de inmediato a lo que podría calificarse como “la aristocracia de la trasgresión”: solo unos pocos elegidos (y muy millonarios) tienen acceso. Es decir, la elite del arte, y todo su proceso “productivo” convertido en una metáfora del libremercado.

Uno podría empezar a divagar acerca de la trasgresión. ¿Toda trasgresión es arte? Una de las obras de Damien Hirst consiste en una vaca ahorcada con las vísceras expuestas. Demasiado brutal, en el límite del mal gusto. Pero a un magnate ruso, un sujeto sin duda brutal, una cosa como esa le encanta y la expone en su living. De inmediato, uno puede ver, desde otra óptica, el proceso como enfermo: el artista es un enfermo y el comprador también. Ambos participan de un cierto trastorno de personalidad. Pero es un lujo que pueden darse por el hecho de tener dinero. Entonces, uno se pregunta ¿tan valiosa es la trasgresión? ¿siempre lo ha sido o es una cosa de nuestra época solamente? Recordemos que los circos romanos, y todos los gustos romanos, incluían actividades chocantes a la mente del hombre actual. Todo era orgía de violencia y sexo. Y curiosamente, no era trasgresión, porque era la habitualidad. Trasgresor era ser cristiano: un tipo con moral de fierro y con algo de estoicismo, capaz de arrojarse a los leones y ser material para la brutalidad.

Una de las características que podemos achacar al comprador de Europa del Este es que se trata de un gran conocedor de la censura. Estuvo censurado durante una época. No podía disfrutar de cualquier manifestación artística. Solo aquellas permitidas por el partido. Y ahora que tiene toda la libertad del mundo, dada no solo por el sistema político, sino también por el mercado, resulta que se pone a comprar obrar que calan más y más hondo en la mentada “trasgresión”. Un marxista convencido calificaría a Damien Hirst un “artista burgués”. Pero es más que eso.

La trasgresión depende de cada cultura. No es lo mismo la trasgresión en el islam que la trasgresión en Sudamérica. Ni tampoco es lo mismo la trasgresión en cada uno de los países sudamericanos, ni siquiera es lo mismo la trasgresión en las diferentes capas de la sociedad de cada país. A veces la trasgresión cambia dependiendo del barrio. Por ejemplo, sacar una foto en 10 de julio es muy trasgresor. De inmediato aparecen los deshuesadores (todos con algo que ocultar) a quitarle la cámara a “uno” o mínimo a expulsarle a “uno”. No vaya a ser “uno” un policía encubierto. Otro caso: hablar ciertos temas en los círculos cercanos a Sanhattan es muy trasgresor. Por eso, la búsqueda, y la exposición, de los temas que pueden calificarse de trasgresores en determinada sociedad, o capas de ella, es una investigación sociológica en alguna medida y que permite la radiografía de la sociedad. Hay trasgresiones muy extremas y determinadas sociedades pueden quedar en estado de trauma al momento de exponerlas. Las trasgresiones que tienen que ver con animales son mal vistas en sociedades urbanas, en las que el contacto con la animalidad se reduce a la compra en el supermercado. Sin embargo, mostrar una vaca ahorcada con las vísceras al aire puede no ser más que la cotidianeidad en un matadero. Por lo tanto cabe la pregunta ¿existe la universalidad de la trasgresión? Yo creo que sí. Es decir, hay montones de cosas que los artistas podrían incorporar y que, de seguro, serían trasgresoras aquí y en la quebrada del ají. Pero ¿qué sentido tiene? Son un poco autodestructivos esos ejercicios. Sin duda que los atentados contra la vida son extremadamente trasgresores. Matar humanos en masa puede ser muy trasgresor.

Pero al final de cuentas, la trasgresión no es el único elemento que el arte debe buscar. En otros artistas es la perfección técnica o la sensación. La trasgresión debe ir acompañada de algo más para poder validarse. Por lo menos de un mensaje. ¿Un mensaje de qué? ¿Quién erige al artista en un ente válido para emitir mensajes a la sociedad? En un principio, él mismo. Si tiene algo de influencia, ya sea por el dinero o por el apellido, lo erige la familia. Las familias de abolengo son muy buenas para erigir a sus retoños en baluartes de “algo”. No es como cuando Edwards Bello sufría el destierro por culpa de la literatura. No. Ahora las familias de abolengo encuentran que es “de lo más que hay” tener un retoño rebelde. Es como tener un fundo, una casa en la playa, un hijo que se ocupe de los negocios, etc. Son cosas que todo clan que se precie debe tener. Es necesario que exista “su” trasgresor dando vueltas por ahí. Y lo alimentan con todo aquello que un trasgresor debe tener: arte de avanzada, paseos por el MOMA, asistencia a las escuelas de arte del primer mundo, una temporada en el tallercito de Warhol o que se yo, estupideces semejantes. Concluyo: para un rico es muy fácil ser trasgresor. ¿Qué ocurriría si, de pronto, todos se transformaran en trasgresores? Yo predigo que quedaría “la pura cagada”, a no ser que se definan de manera muy clara y regulada cuáles son los marcos en que la trasgresión es posible: museos, etc. Pero eso ya señala un límite, de tal forma que la trasgresión puede desear traspasarlo como parte de su propia metodología.

Esa palabra es clave. Para la construcción teórica de la trasgresión, es necesario definir de inmediato su “antagonista”: el límite. ¿Cuáles son los límites? ¿Dónde están? ¿Quién los define? El arte trasgresor de hoy en día perfectamente puede ser un arte pauteado por la elite. Un arte que pone los temas que la elite quiere que se pongan. No temas necesarios, no temas que el público quiere ver. En el arte callejero, por ejemplo, la trasgresión es el muro. El acto de pintar es trasgresor, porque es la prohibición. El contenido, en tanto, puede perfectamente tener carta de ciudadanía. Muchas veces es así. De esta forma, la trasgresión tiende a desaparecer. El guardia municipal dice “déjalo no más, está bonito el mono”.

De esta forma, volviendo al principio, el fenómeno es notable: el acceso al arte de vanguardia mediante este filtro dado por el precio de las obras estaría causando lo que antiguamente causaba la censura. Solo una pequeña porción de la sociedad, una elite, estaría accediendo a estas obras. Si el coleccionista no tiene interés en presentar la obra al público, pues simplemente no la muestra. No me extrañaría la existencia de un grupo de millonarios preocupados de las buenas costumbres que, simplemente, compran este arte con el objetivo de borrarlo del público. Las perspectivas de un sistema como este se vuelven siniestras. Se puede, perfectamente, tirar al alza determinadas obras indeseables con el objetivo que no caigan en manos equivocadas. Tal como en la película “ojos bien cerrados” en la que se establece el derecho a la orgía solo para una pequeña y refinada elite, el derecho al arte de vanguardia se vuelve derecho para unos pocos. Y todo eso con la venia, la aceptación y la colaboración de los propios artistas. El beneficio que obtienen es demasiado grande para resistirse. No se trata solo de una cuestión de precio. Es el sistema artístico completo el que se haya orientado a una cierta jerarquización. El ascenso a la cumbre del arte es un camino pedregoso e implica, de inmediato, el contacto con las elites, los poderes fácticos, los millonarios, el exclusivo club de Forbes. En Chile, los poderes fácticos del arte están manejados por los mismos apellidos que controlan el resto de la sociedad. Son los mismos círculos de poder. Y el artista promedio no hace más que intentar llegar a esa elite convirtiéndose en un arribista para poder surgir, modificando su lenguaje, su vestimenta, etc. Pero en Chile nada es fácil para el artista promedio. El apellido pesa infinitamente más que las montones de acciones arribistas. Mejor harían con dedicarse con honestidad a hacer arte.

martes, 15 de diciembre de 2009

Las ciudades y su significado

Ciudades construidas a imagen y semejanza de nuestros símbolos. Ciudades que contienen cada uno de nuestros deseos. Antiguamente la ciudad era, también, un arma. Al modo de los tanques, la ciudad brindaba protección. La ciudad medieval se construía al lado de los “tanques” de esa época, los castillos, cuya función original era meramente bélica. A su alero fue posible establecer algún determinado tipo de comercio. Pero actualmente no hay enemigos externos que nos ataquen. Tenemos enemigos internos, pero contra ellos no hay nada que hacer. Evitar ciertos lugares. Por lo tanto la ciudad posee otras funcionalidades. La ciudad debe poblarse de lo que existe en la mente del hombre. Da la idea que cualquier cosa puede ser llevada a cabo en ella.

Dentro de ellos hay lugares que llevan al máximo el cumplimiento de los sueños: son los malles. Obviamente, en los malles no todos los sueños son cumplidos. Pero a la ciudad le da lo mismo. La ciudad tiene espacio para todos. Hay sectores de la ciudad construidos para satisfacer sueños sexuales, como los sexshops o los café con piernas o los topless o las esquinas donde se consiguen prostitutas callejeras o la infinidad de pequeños departamentos céntricos que poseen prostitutas siempre atentas a sus clientes. Los proyectos arquitectónicos modernos llevan a cabo nuevas estrategias de cumplimientos de deseos. Por ejemplo, edificios como el Territoria 3000 que poseen una serie de comodidades, pero también poseen una serie de prestaciones inesperadas: hay habitaciones con la tina en medio del living y, con ella, con una vista privilegiada de todo Santiago. Como decía Huidobro al elaborar su creacionismo: “hay cosas que la naturaleza no provee, pero que nos gustaría mucho ver”. El daba ejemplos como horizontes cerrados y cosas así, pero como sea, la modernidad es capaz de hacernos “ver” lo que sea. Un ejemplo extremo es Dubai, donde todos los deseos, hasta los más absurdos, pueden ser (y son) llevados a cabo, como centros de ski en medio del desierto.

Hay algo de infantil en eso. Es también algo irresponsable. Porque, después de todo, llevar a cabo esos deseos implica el uso de importantes recursos. Ustedes dirán, pero qué importa, en Dubai hay dinero. Claro, hay dinero, pero ese dinero ¿de donde proviene? El dinero representa otra cosa, es el símbolo de otra cosa. Esa otra cosa son recursos y la energía invertida para lograr extraerlos. Se han obtenido de otros sectores del globo. Los seres humanos llevamos nuestros recursos (nuestra energía) a Dubai porque ellos, lo árabes, aseguran que devolverán más. ¿Y como devuelven “más”? Creando un lugar de ensueño al que atraer turistas. Tienen la promesa de hacer realidad los deseos. No me puedo quitar la idea de que las inmobiliarias son excelentes organizaciones “psicoanalistas” que rastrean en el fondo del inconsciente Jungiano, buscando aquello que nos haga “feliz”, y que sea construible además. Actualmente casi cualquier cosa es construible. Sin duda que se puede discutir la incidencia de esto en el balance energético mundial y el equilibrio de las especies sobre el planeta.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La calles dibujadas por estudiantes

Un ejercicio usual para los estudiantes universitarios es enviarlos a la calle. Una vez en la calle dibujan lo que ven poniendo todo su empeño. A eso le llaman “dibujar al aire libre”. Obviamente, el aire no tiene nada de libre. El aire está plagado de significados. Lo que dibuja el sujeto es la ciudad. Y la ciudad fue construida a imagen y semejanza de determinados “planos”, los cuales son dibujados por determinados arquitectos, los cuales a su vez adhieren a determinadas estéticas. Por ende, el tipo que sale a la calle a dibujar sale a copiar la mente de los arquitectos, las perspectivas que imaginaron, las iluminaciones y disposición de elementos tal y como las imaginaron. Por lo tanto, se trata de un ejercicio curioso, que en nada se parece a las experiencias que pudo tener Van Gogh cuando salía a la campiña con su caballete.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

A propósito de Gomorra

Uno de los motivos de la idealización que se ha hecho de la mafia tiene que ver con Hollywood. La trilogía “el padrino” es clara en señalar la ética y las buenas razones de la mafia. Muchos telespectadores en sus casas piensan, de inmediato, en ser mafiosos. Parece un mundo atractivo. Sin embargo, no son esos los verdaderos mafiosos. Los verdaderos mafiosos se dedican, actualmente, a negocios bastante más turbios y feos que producir toneladas de coca. Los negocios de la mafia son, actualmente, más peligrosos para el ser humano y no necesariamente ilegales. Son éticamente reprobables. Dentro de ellos, los crímenes ambientales. En muchos países la regulación ambiental es tenue o inexistente, de tal forma que se transforman en el sitio ideal para asentamiento de sujetos sin escrúpulos, los que, convencionalmente, llamamos mafiosos. De los crímenes ambientales, me tocará hablar más adelante.

De todas formas queda la duda, ¿cómo definimos, en términos más genéricos a un mafioso? ¿Quiénes pueden calificarse de promotores de la ética mafiosa? El punto es que no solo el bajo mundo puede calificarse de mafioso u “organizado en torno a actividades reñidas con la ética”. El “buen mundo” también se permite esta clase de orgánicas. Tenemos por ejemplo, toda la gran familia de resquicios legales, cuyo objetivo es ayudar a conseguir objetivos a determinados grupos de poder. El grupo de poder y su estudio de abogados llegan a una total simbiosis en este aspecto. Ambos luchan para conseguir el objetivo. Esos objetivos pueden ir desde conseguir “pasar” determinado requisito gubernamental hasta ganar un juicio de trabajadores, clientes insatisfechos o entornos contaminados. En todos los casos nombrados puede ocurrir que el grupo de poder sea el culpable o por lo menos tenga una responsabilidad importante en los hechos. Por su propia naturaleza, el grupo de poder comete acciones que no son evaluadas hasta el infinito, salvo regulaciones gubernamentales. En la defensa de los puntos anteriores, en la minimización de responsabilidades el abogado es llevado a cometer actos reñidos con la ética, aunque casi siempre “legales”. Los actos “reñidos con la ética” (expresión que parece eufemismo de algo gravísimo), tienen, todos, la potencialidad de realizar daños futuros.

No voy enumerar todos los aspectos y detalles de una simbiosis como esa, pero el punto es: una orgánica de esta naturaleza contiene características mafiosas. Dichas características yo la enumeraría como:

1. Poseen un código elaborado para comunicarse entre los distintos integrantes.
2. Dentro de las leyes estrictas o no escritas se encuentra la ley del silencio.
3. Existe la muerte dentro de la organización. Esta muerte puede ser real, pero no es aún el caso de Chile. En Chile el castigo es la degradación social que significa el desempleo y la posibilidad cierta de no volver a tener un trabajo dentro del entorno mafioso. Puede ser “la quiebra” si es que el desleal es otra organización, “un subcontrato” por ejemplo.

Por lo tanto mi conclusión es: todo el mundo puede funcionar como una red de mafiosos, en determinado periodo o quizá siempre. Por supuesto, el caso de las farmacias coludidas asoma como primerísimo ejemplo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Los opinadores

Hay una mayor cantidad de opinadores actualmente en la televisión chilena. Antiguamente los opinadores eran una raza en vías de extinción. La dictadura no permitía esa clase de placeres intelectuales. Ahora, sin embargo los opinadores van, desde los periodistas de farándula hasta los comentaristas deportivos, pasando por las modelos, los políticos, los economistas, etc. Todos ellos pueden, en determinado momento, escribir un librillo con opiniones diversas e imprimirle algún sello propio, ya sea mediante el título del libro o mediante el escrupuloso concurso y auspicio de editores, los cuales, a su vez, recurren a escritores buenos y desconocidos para que corrijan y en el fondo reescriban lo que el famosillo no ha podido. Me extraña que el mundo editorial, siempre quejándose de falta de lectores, ventas y demases no haya recurrido con mayor regularidad a las bataclanas. El éxito de la geisha chilena podría replicarse con estas otras geishas, las cuales ganarían mucho en el proyecto: en particular la ganancia intelectual de la geisha en cuestión. Aprenderá a escribir o incluso a leer si es que el caso es más grave. Por lo menos su propio libro.

martes, 3 de noviembre de 2009

Los horarios en las obras civiles

No pretendo hacer una mirada política, al menos no en términos de conceptos de izquierda. Más bien intentaré describir algunas situaciones que se dan con alguna regularidad en las obras de construcción. Son problemas repetitivos y que ocurren por una cierta cultura del aprovechamiento y que hace más difíciles las labores en las obras civiles.

Para entrar en materia puedo señalar, en primer lugar (no en importancia sino según me lo señala la memoria): los horarios. Lo usual es que cuando parte una obra el horario que se establece es de 8:00 a 18:00 horas. Es decir, 10 horas de estadía en la construcción. Una jornada extensa de todas formas, porque implica 9 horas de trabajo efectivo si es que descontamos la hora de almuerzo. Por supuesto, el máximo de productividad se alcanza cerca de las 8 horas diarias de trabajo. Lo demás ya es trabajo menos productivo. Según la literatura especializada del tema, si se trabajan solo 5 días a la semana, el 100% de productividad se alcanza a las 8 horas de trabajo. Por lo tanto, lo ideal para evitar pérdidas (una variable que preocupa o que al menos debería preocupar al ingeniero) es salir a las 5 de la tarde.

Pero lamentablemente el horario de 8:00 a 18:00 solo ocurre al principio de las obras. Con pasmosa regularidad las obras presentan atrasos, de tal forma que las estadías de 10 horas en la obra ya no son suficientes y se requieren jornadas más largas que usualmente (dependiendo de los permisos que otorgue el municipio) se extienden hasta las 20:00 horas o hasta las 24:00 horas incluso en los turnos de noche. Las extensiones horarias hasta las 24:00 horas en general implican modificaciones de contrato, por lo tanto hay ingresos extra para todos. Pero cuando la extensión es solo hasta las 20:00 horas ocurre una especie de efecto de “meter la puntita” (si se me permite la expresión de terreno) de tal forma que el mandante (el dueño de los planos, de los terrenos y el dueño de la obra en el fondo) empieza a exigir esta extensión horaria como algo natural. Se presiona al contratista haciéndole creer que “no quedarse” es una suerte de cobardía y/o “mamonería”. Lo que el mandante no asume (haciéndose el tonto) es que su contratista ofreció solo 10 horas, por lo tanto hacerle trabajar 12 es robarle dos horas. El contratista podría negarse, pero no lo hace porque sabe qué ocurre si lo hace: le cobran una multa millonaria que se establece en el contrato y si la cosa se pone más drástica, el mandante cobra la boleta en garantía que el contratista ha dejado en el banco. Una boleta que usualmente puede llegar a ser dos veces el precio del contrato. El contratista está, en alguna medida, secuestrado en la obra.

Lo anterior es la descripción un tanto abstracta de la situación, pero pongamos nombres propios. El contratista es una constructora, como lo son Echeverría Izquierdo, Belfi, ICAFAL, BESALCO, Simonetti, etc etc. Pero la constructora no realiza, en ningún caso todo el trabajo. Subcontrata montones de actividades a otras constructoras más pequeñas y con dueños de menos poder económico y, por lo tanto, de menos influencia y pelaje. Es el desgrane del choclo. De esta forma, cuando el mandante presiona a la constructora principal, ésta presiona a los subcontratos y éstos a su vez presionan a sus trabajadores, los que como casi siempre terminan por ser los más perjudicados.

¿Y quien es el famoso mandante? Es la inmobiliaria. Es la que posee lo planos (por lo tanto tiene de su lado a los arquitectos, por lo general, mucho más poderosos que los ingenieros dentro de una obra), es la que posee los terrenos, los permisos y el financiamiento principal. Este último detalle es clave. El financiamiento proviene de los principales socios de toda inmobiliaria: los bancos. Absurdamente, cuando el contratista (o alguno de los subcontratistas) se halla en problemas debe recurrir a los banqueros para obtener financiamiento adicional. ¿Qué pasa entonces?, lo dejaremos para otra crónica.

viernes, 28 de agosto de 2009

Newton o Leibnitz, el celibato o el carrete

En épocas pasadas ser científico era como entrar a un monasterio. Hacer ciencia era, en alguna medida, escrutar la mente del creador. Para ese tiempo ya calaba hondo la idea de que el creador había hecho todo en lenguaje matemático. Una idea rara, para mi gusto. Es como decir que Dios es experto en Algebra y teoría de conjuntos. Evidentemente, ambos sistemas son creaciones humanas, para necesidades humanas. Y eso es harina de otro costal.

Newton encarna, mejor que nadie, el espíritu monacal en la ciencia. Se dice que fue totalmente célibe y su neurosis nos confirma el dato. Por otra parte, no hay que olvidar que en tiempos de Newton no había calculadoras, ni computadores, nada. Ni siquiera reglas de cálculo. Todo tenía que hacerse a mano o ayudándose en “calculistas”. Una tarea titánica, que consumía mucha energía y talento. Se entiende el celibato de Newton.

Sin embargo no todos los grandes matemáticos fueron célibes. Euler tuvo como 20 hijos. Y Leibnitz murió de sífilis. Nada de eso (simples historias personales), invalida el trabajo intelectual que realizó cada cual. Como dijo Maradona respecto de su propia situación, “la pelota no se mancha”. Tenía razón. Todas las estupideces humanas no contribuyen a la corrosión de la obra. Las catedrales siguen ahí. También los aceleradores de partículas. Imperturbables.

miércoles, 17 de junio de 2009

Los Clásicos

“Libros que parecen hechos como extractos de otros libros”. Esa frase, leída por allí, resume un proceso que es como un juego: sacar un libro a partir de otros libros. Por lo tanto ¿qué pasa con los libros a los que se les puede hacer eso? Son como los clásicos perfectos. Ahora, el editor, el que corta y aplica tijeras es el coautor del libro. Es como el “montajista” y el guionista de los trozos extraídos desde el clásico.

El que corta el libro, el editor – montajista, es también el interprete del clásico. Al igual que hacen los músicos que toman temas antiguos y los reinterpretan a su antojo. Pero ese antojo es función de las circunstancias históricas. Y he ahí que aparece la actual circunstancia histórica del apuro. No se tiene tiempo para leerse todos los adjetivos del mundo. Basta con lo necesario. Ahora bien, que sea clásico no significa que sea perfecto. Puede que el intérprete o editor haya dejado un mejor resultado que el libro original. Obviamente todo será relativo al concepto que se tenga de lo que es perfecto, es decir, todo dependerá de lo perfecto para el público del contexto histórico. Ahora, el punto está que en estos tiempos de exceso de población, exceso de talentos y exceso de intereses, siempre habrá mercado hasta para el peor de los tijereteos posibles salvo para los bodrios demasiado evidentes, si se me permite el optimismo. Porque en este mundo de cosas relativas, al menos uno cree que el concepto de bodrio es absoluto.

Hay otro hecho que puede indicarse: tiene que ver con las múltiples lecturas y novelas que profesaba Cortázar. Libros dentro de otros libros. El libro tijereteado sería una de las opciones, una de las posibles lecturas. La otra, solo para gente con tiempo de sobra, es la opción del libro original.

lunes, 18 de mayo de 2009

Un intento de posición respecto de la cuestión cubana

Por Cuba siempre se hacen demasiadas preguntas. No se sabe bien que pasa y eso a uno lo pone nervioso. Para opinar lo ideal es estar bien informado. Lo terrible respecto de Cuba es que no se puede estar bien informado de casi nada. Por una parte los Castristas convencidos hacen afirmaciones y por otro lado los anti-castristas hacen afirmaciones contrarias. ¿A quien creerle? Cierto es que los anticastristas les pesa su origen como partidarios de Batista (hijos o nietos de partidarios, todos asentados en Miami desde que está Fidel). De inmediato, con argumentos emocionales uno tiene la sensación de estar ante gente indeseable. Los Castristas tienen el prestigio moral de haber apoyado la revolución que, para todos los efectos prácticos, actuó como una liberación. No solo de la dictadura, sino también de la influencia norteamericana. Cuba, a pesar de estar a escasos kilómetros de USA, se mantiene en una postura independiente. No tienen ninguna de las chatarras, no tiene la cultura del entertainment que nosotros hemos consumido. No hay McDonnalds, no hay Kentuky, no hay Luky Strike, no hay Microsoft ni Apple. Para un chileno fanático del progreso esto puede sonar horrible; “no se puede aceptar una cultura de retrógrados”, dirán. El chileno tiene como ideal lo que es joven y dinámico, “proactivo”, enérgico y que incremente las cifras macroeconómicas. Por todos lados se observa un culto a la juventud, un ideal que no implica, necesariamente, que se tenga en demasiada estima a los jóvenes. Más bien significa que los viejos, los que detentan el poder, quieren aparecer eternamente jóvenes. Se utiliza la juventud para incrementar las ganancias. Parece ser que en Cuba no es este el caso. De hecho, el gran éxito musical que significó “Buena Vista Social Club” quería apuntar a lo auténticamente cubano y paradójicamente, se hallaba representado por un grupo de músicos ancianos. El resultado es la nostalgia, pero una nostalgia por “actual”, porque es la Cuba de todos los días.

De inmediato uno avizora un hecho curioso: Cuba se ha quedado en el pasado en todos los sentidos. Su gobernante es viejo, su ideología es de otro siglo, sus autos son de los 50’s. Todo en Cuba se repara y es muy escaso lo que se compra nuevo. Raúl Castro (y Fidel, el asesor oficial del régimen) proponen un gobierno paternalista que ha buscado proteger a Cuba de la maldad de occidente, encerrando a Cuba. Desde la caída del muro ese encierro de ha acentuado. Uno creería que el aislamiento conduciría necesariamente a la desaparición de Cuba, pero se mantiene firme, a pesar de la escasez, los bloqueos, la crisis en los 90’s después de la falta de apoyo ruso, etc. No creo que el régimen caiga. La independencia sigue siendo un bien importante para los cubanos. Muchos se han ido y muchos han querido escapar, pero el sistema sigue. Si Cuba se abre al mundo de inmediato será invadida por los gringos. Dirán: “ es un mercado que no ha sido explorado aun”. Sin duda el fenómeno será semejante al de Rusia. Aparecerá de inmediato la corrupción y las mafias. Se volvería a un estadio anterior, a cuando Cuba era el prostíbulo de USA. Fidel no quiere eso y cualquier cubano promedio detesta esa opción. Prefiere los autos viejos al dominio, prefiere las calles mal pavimentadas, el reino de las bicicletas en vez de ser una presa más de la globalización de la cultura yankee. Cuba es una isla no solo en lo geográfico. Es también una isla cultural. Y, sin duda, por este motivo, tienen mucho que enseñarnos. De los terrenos cerrados y aislados, han salido siempre grandes aportes a la humanidad. Queda un último detalle: los Cubanos son bastante cultos. ¿Significa que se transformarán en capitalistas informados y opinantes cuando el castrismo caiga? Tengo mis dudas. El capitalismo orientado al mercadeo tiene métodos poderosos para llevar al pueblo a la barbarie. Puede deshacer en años la cultura de un pueblo y ya lo ha demostrado en otras regiones.

lunes, 27 de abril de 2009

Acerca de la economía Keynesiana y su crimen ecológico

La economía Keynesiana cree que se puede resolver todo con crecimiento. Que basta echar a andar la sociedad productiva, que el país crezca para que luego el chorreo eleve los ingresos y elimine la pobreza. El problema con eso es que produce desigualdades en el ingreso. De todas formas, el sistema crea una manera de salvar a los que no tienen el ingreso suficiente: les presta dinero. Y les presta dinero con la promesa de un ingreso futuro. Por supuesto que la presión sobre el endeudado es doble. Ahora no solo tiene que trabajar para cubrir sus necesidades. Ahora tiene que hacerlo para cubrir el monto de la deuda. La familia completa debe salir a trabajar. ¿En qué? Hay que salir a buscarlo. Si no se encuentra un trabajo se debe “inventar” un negocio propio. Por supuesto que el pobre (pobre y endeudado) no tiene como crear un negocio complejo. Recurre a la venta de objetos que ha elaborado con sus propias manos y si es sociable se junta con otros elabora cosas y las vende. Imaginen ahora a millones de desesperados haciendo lo mismo, transformando unas cosas en otras, quemando, cortando o ensuciando, etc. Es decir, mi opinión (no calculada) es que la fuerte motivación que tiene el pobre keynesiano para pagar sus deudas puede llevarnos a una situación de catástrofe ecológica.

Ahora bien, ¿qué pasaría si los bancos no prestaran dinero? Pues bien, las abundantes hordas de pobres no tendrían como consumir los productos anunciados con insistencia en la televisión. Ese es el dilema del pobre: consumir o no consumir. El no consumir lo puede llevar a convertirse en paria dentro de la sociedad, con hijos traumados por estos padres que no se esfuerzan por comprar el último play station. Pero si, en masa, el pobre decide no volver a consumir, pues entonces el sistema cae. El sistema se derrumba por completo. La economía deja de crecer y si la economía deja de crecer, dejan también de crecer los ricos.

Entonces lo mejor es abandonar la ficción del “crecimiento”. Ese sería el consejo lógico. Pero por algún extraño motivo, gran parte de la humanidad tiene el bichito de estar siempre aspirando a otra cosa. A un algo indefinible, pero mejor. No importa lo que sea, pero el humano quiere aspirar a “ese algo” mejor. Sin duda que es más útil y quizá menos nocivo que ese algo mejor sea un bien intangible, uno que sea gratis. La conversación puede ser uno de esos bienes. Hablando toda una tarde se nos olvida de inmediato el deseo de salir de compras. En los pueblos pequeños la conversación es abundante y el dinero escaso.

viernes, 24 de abril de 2009

Charles Darwin y su opinión de los primeros chilenos

Este año se cumplen 200 años en la historia de la evolución de las especies: el nacimiento de Darwin. El hecho ha sido difundido por algunos medios como el Artes y Letras de El Mercurio, resaltándose la figura de Darwin como la de un genio que nos dotó de una de las más importantes teorías modernas. Sin embargo, Darwin no era todo lo prístino y genial que pensamos. El punto es que su imagen del mundo distaba mucho de ser informada. El tipo era un Europeo promedio del siglo XIX (al menos en sus primeros años, antes de la fama y los diarios), ese que vivía en la barbarie de las primeras décadas de la industrialización. Ya saben de qué hablo, Dickens escribió bastante sobre el punto. Ese Europeo promedio pensaba que los negros no eran humanos y mantenían la duda respecto de las mujeres. Pues bien, cito una opinión de Darwin respecto de los indios yámana (o yaganes), vecinos de los selk’nam, ambos pueblos que los contemporáneos de Darwin hicieron desaparecer: “Constituían el grupo de criaturas más feas y miserables que he visto en mi vida. Se hallaban completamente desnudos o con una piel de nutria que apenas bastaba para cubrirles las espaldas hasta las caderas. Sus feos rostros estaban pintados con colores blancos, su piel era sucia y grasienta y sus ademanes violentos. Ante el espectáculo de estos hombres es difícil creer que sean semejantes nuestros y habitantes de un mismo mundo”. Cuando se ven las imágenes que acompañan los libros sobre yámanas, se descubre que son los mismos rostros que se ven en las poblaciones o en Ahumada después de cierta hora.

La opinión de Darwin es bastante aclaradora, sobre todo viniendo de un tipo que se supone fue un iluminado, y un avanzado, y por lo tanto clasificado dentro de una visión más liberal. Sobre todo por la cantidad de problemas que su teoría ha tenido con las creencias religiosas tanto occidentales como musulmanas. Luego de tanta polémica, uno creería que Darwin es de Izquierda. Pero no. Lo que aclara es lo obvio: los europeos no nos quieren (querían) por nuestra linda cara si no porque constituimos (constituíamos) mano de obra en las cuestionables “producción” y “crecimiento”. Luego de la independencia, Chile siguió dominado por la lógica de la invasión. El representante del invasor, el hombre blanco, domina el poder en absolutamente todos los ámbitos. El representante del invadido, en tanto, representa la fuerza de trabajo en un sistema de movilidad social escasa y de desigualdades evidentes.

De esta forma, Darwin es un hombre de dos caras. Igual cosa le ocurre a muchos intelectuales de su época y las contradicciones son parte esencial del trabajo intelectual. Sin embargo, es de mínima corrección que los medios informen de las dobles caras o dobles discursos en que incurren los intelectuales. El caso de Darwin se une al de otro insigne para los tiempos actuales: Voltaire. Y por ultimo un caso desde la literatura: Jack London. Estas contradicciones son un tema muy hondo y dará para otro artículo.

lunes, 13 de abril de 2009

Dos libros de Mircea Eliade

Uno de los autores que más leí en una época fue Eliade. No es fácil hablar de Eliade. Por muchos motivos. Por un lado está la complejidad de su obra. Por otro lado, su postura política afín a la derecha. Demasiadas divinidades; quizá le llevó a pensar que la jerarquización era lo mejor para una sociedad como la nuestra. De los libros que leí, me detengo especialmente en “Herreros y Alquimistas”, lejos el mejor de sus libros. Lo leí montones de veces tratando de comprender mejor y aprenderme la infinidad de datos que allí aparecen. Pero puedo decir que fue casi imposible. Es un libro demasiado basto para las casi 200 páginas que posee. Su interés traspasa las humanidades, adentrándose en cuestiones que cualquier técnico debía de conocer. Como su título lo indica, trata de herreros y alquimistas. Algunos capítulos están dedicados a los herreros y otro capitulo a los alquimistas.

Dentro de los herreros se incluye a personajes humanos ( y antiguos) interesantes, como el minero. Aquel que extraía “el material” de la tierra. Otro personaje: el constructor de espadas. Eliade divide las culturas (para una época de la historia) entre aquellas que conocen el hierro y aquellas que no. Las culturas del hierro eran tachadas de “perversas” por sus vecinos. Al leer esa historia, de pronto se recuerda de las historias de la Biblia. Al repasar el génesis se comprueba que el pueblo hebreo fue sucesivamente desconocedor del hierro (tachando de perversos a sus vecinos que si lo conocían), hasta conocedor del hierro, momento en que el dios de Israel se transforma en un dios castigador y guerrero.

Recuerdo que el libro comienza con una interesante historia: un árabe avanza por el desierto montado en su camello. En el cielo ve pasar un meteorito y lo sigue. Cuando lo encuentra, el meteorito aún está blando. Extrae un trozo de él (muchos meteoritos son “sideritos”, es decir a base de hierro) y con ese material se construye una espada. El hombre se transformó en un famoso guerrero. Eliade concluye la historia explicando que el hombre primitivo creía que el cielo era de piedra, puesto que, efectivamente, del cielo caen piedras.

Otro de sus libros, y creo que el más ambicioso, es el “Tratado de historia de las religiones”. Un libro que puede elevarse a la categoría de infinito. Es interesante como Eliade divide su tratado de historia de las religiones. Lo divide por ciertos elementos de la cultura de los pueblos primitivos que poseen un carácter altamente simbólico. No solo para el hombre primitivo. El sol, la luna, las piedras, la muerte, el cielo. Todos elementos de un poder de significación bastante alto. La elección, en lo fino, puede ser discutible. En ese estudio, echo de menos un tratamiento más profundo del color rojo y la sangre, en particular, de tal forma que no estudia con detalle la religiosidad maya. Aborda la sexualidad cuando la relaciona con la fertilidad, pero no con la muerte, de tal forma que deja fuera la cultura Moche. Pero se trata de un libro del año 40. Hasta hace muy poco se pensaba que los mayas eran “más sanos que el yogurt” en circunstancias que eran tan sanguinarios como los aztecas. La cultura moche también ha sido comprendida en fecha reciente. Pero sin duda era un libro que andaba en la dirección correcta.

De todas maneras, el enfoque que introduce Eliade es que, al ser la religión un tema tan transversal, engloba a todos los pueblos de la tierra. Por lo tanto analiza, de manera “comparativa” como se llamaba en la época, el diverso uso del simbolismo religioso. Esto tiene una ventaja muy interesante: homologa, a nivel de símbolos, a los pueblos “primitivos” que no han dejado registro histórico junto con los pueblos históricos. Resumiendo: homologa de manera total un bantú africano con un griego. Es bastante democrático considerando que se trata de Mircea Eliade, que apoyó a los gobiernos fascistas. Al igual que uno de sus más famosos discípulos, Borges. Borges aprendió mucho con su lectura. Basta repasar “antiguas literaturas germánicas” para ver la deuda que mantiene.

Recientemente compré otro libro de Eliade. Se refiere al Éxtasis Chamánico. Aún realizo su lectura. En algún texto posterior contaré que se aprende de él.

Bibliografía:
Herreros y alquimistas
Tratado de Historia de las Religiones
Antiguas Literaturas Germánicas, de Jorge Luis Borges.

jueves, 26 de marzo de 2009

Algunas ideas de Paolo Virno

Acabo de leer un artículo acerca de las ideas de Paolo Virno, filósofo italiano que se hace preguntas interesantes acerca del lenguaje y como éste nos afecta en nuestra forma de ser como humanos. Y él plantea que la existencia de lenguaje les ha dado a los humanos dos cosas que los demás seres no tienen. Una es la posibilidad de negar, otra es la posibilidad de la posibilidad. Al negar, dice, Virno se niega la humanidad de otros. Se “puede” indicar “tu no eres humano”. Claro, al hacer una afirmación como esta se está preparado para la matanza de los humanos negados, los no-humanos. Hitler pensó eso de los judíos, los españoles pensaron eso de los indios y los gringos pensaron eso de los apaches y los mexicanos. A los negros también les ha caído en suerte el ser considerados “no humanos” y por eso se ha hecho justificable su esclavitud. Parece ser que la no humanidad “por default” que se le endilga a ciertos individuos produce el curioso efecto de matar la compasión. Es lo que le pasa a los hindúes: para ellos no existen los parias. Pero me gustaría hacer un agregado en el análisis. Evidentemente el planteamiento de Virno es humanista, pero el humanismo es una forma de egoísmo en que al hombre se le pone al centro y se le vuelve “la medida de todas las cosas”. No debemos olvidar, sin embargo, que hay otros seres en este planeta. Y en nombre de la negación de la vida (se ha dicho que los lobos son una plaga, una alimaña, etc) pero jamás una vida que merece existencia, se les ha matado, torturado, exterminado o todo lo anterior junto. Se ha eliminado la compasión por lo vivo. La “posibilidad de negar” nos lleva a la “posibilidad de eliminar la compasión”. Aquí se hallan los dos elementos innovadores que la lengua ha traído al humano.

Otros de los tópicos que aborda Virno es el del éxodo. A mi me parece una idea muy notable: se propone el éxodo como una alternativa a la revolución. Someterse o rebelarse fue la dialéctica marxista. Virno propone una auténtica tercera vía: la huida. Y esa es una idea muy primitiva, pero insuficientemente recorrida en los tiempos modernos, al menos en términos teóricos. Pues bueno, ya se recorrerá. Los refugiados políticos, en las márgenes de Irak o Palestina, en las infinitas “tierras de nadie”, pues ellos son unos adelantados en la técnica. No están teorizando, pero lo están viviendo día a día.

jueves, 19 de marzo de 2009

La nostalgia por los 80

Se ha instalado la nostalgia por los 80 en algunos sujetos. Esa nostalgia pudiese ser útil. Tiene los clásicos beneficios de retornar a determinados periodos (de la vida o de la historia); uno de esos beneficios es la comprensión más cabal de lo que se fue. Es una especie de terapia “sociológica” si es que cabe imaginar tal concepto. Ya saben, Fromm lo imaginaba.

En principio puede haber dos posturas y esas posturas conducen también a una cierta postura política. Por un lado, el de los nostálgicos RN que ven esa época como si hubiera sido la mejor época de sus vidas. Un medio que los aglutina es la radio Universo, esa que habla de “más ochentas que en los ochentas”. Y en eso tienen razón, porque muchos ochenteros han escuchado más música ahora que antes. Dicen “las canciones de cuando era cabro”, pero lo más seguro es que no supieran diferenciar SimpleMind de Simplyred. Ni Van Halen de Van Morrison y a este último puede que lo confundieran con Jim Morrison. Así pues, el ochentero promedio radica su nostalgia en que, de alguna manera, sus ochentas fueron sin demasiada zozobra.

Pero dudo mucho que alguien que haya vivido la verdadera cotidianeidad de los ochentas, y que tenga conciencia de eso, de la pobreza “extrema”, de los cortes de agua, de las protestas en las noches, de las balas que se veían pasar por las ventanas, de los tipos golpeados por los pacos, de los deudores habitacionales, de la escasez constante y el consumo precario de algunos alimentos básicos como leche o carne, de la violencia que daba a diario en los hogares. Pues bien, ellos no serán capaces de nostalgia alguna.

Ahora bien, hay una última nostalgia por los ochentas: la de los que vivieron la trinchera de la “lucha”. Ellos tienen una fuerte nostalgia por los ochentas, una nostalgia que recuerda el periodo como si se tratara de una época heroica. Para ellos los noventas fueron una lata. Ellos tratan de “crear las condiciones históricas” para la lucha épica de los ochentas. Una pendejería y un gusto por la adrenalina: serían felices si vuelve la dictadura.

martes, 10 de marzo de 2009

El materialismo

El materialismo no sé que cosa será. Es una palabra bastante utilizada. Incluso yo he recurrido a ella, a pesar que no la tengo del todo clara. La verdad es que considero que para tener una visión cabal del asunto debiera hacerse uso de Marx y secuaces. No niego que no los he leído nunca muy en serio. Casi a puros divulgadores (como Lucaks o Fromm) y uno que otro párrafo selecto.

Sin embargo los que usan la palabra materialismo están en las mismas. Y la usan con abuso. El tema es que la usan en un sentido más restringido. Se dice “putas que eris bien materialista”, cuando el tipo está pensando en plata o dinero. Es decir un materialista será una especie de insaciable coleccionista que se siente feliz cuando tiene una moneda más. Los hombres son astutos. Los que poseen esta afición utilizan todos los recursos que tienen a mano: capacidad de disuasión o negociación, violencia, inteligencia, etc. Llegan a poseer grandes sumas.

Respecto de lo anterior, hay dos puntos en los que me quiero detener. Uno es acerca de “la colección”. Creo que es una palabra importante; la avaricia es una forma de coleccionismo, pues el que junta dinero utiliza los mismos circuitos mentales que el que junta estampillas o millas. La idea es juntar, y la felicidad es grande cuando se tiene un elemento más. En el fondo casi todos somos coleccionistas. La sociedad de consumo impone que consumamos con regularidad, un consumo que va más allá de las necesidades básicas o, siendo más preciso, ya se han vuelto básicas para la sociedad en que se mueve el individuo. Podemos coleccionar artículos electrónicos y así pasamos a engrosar el mercado de los consumidores de electrónica, siempre al tanto de nuevas variedades, etc. Hay algunos más obsesivos y afanosos en esta tarea, pero todos, cual más cual menos, coleccionan. Es una actividad corriente en nuestra sociedad.

El segundo punto tiene que ver con los efectos de nuestras acciones. Coleccionar asesinatos no es lo mismo que coleccionar estampillas. Algunas colecciones producen daño en los demás. No se puede olvidar sin embargo, una de las más importantes: Coleccionar empresas. Se está coleccionando una entidad abstracta, pero detrás de ella hay otros humanos involucrados. Ocurre que a veces esos humanos sufren. En todas las épocas, incluyendo la actual. Y ese sufrimiento debe atravesar una barrera infranqueable para que llegue a oídos del coleccionista de empresas. Pues éste solo está rodeado de gente que ayuda en sus objetivos. Quizá en la sucursal estación central de una de las farmacias que componen las inversiones en salud de uno de sus holding se encuentra un hombre de edad mediana que colecciona amores y se halla en trámites con una vendedora y de pronto se entera de la fusión de la cadena de farmacias con otra cadena que se acaban de comprar “los dueños” lo que generará el despido masivo y el daño a uno de sus amores.

El daño que comento no necesariamente tiene que ver con personas de manera directa; también ocurre de una manera más tenue y solapada. Suele suceder que en este afán de empresarios se generen negocios que la sociedad no necesita. Allí uno de los ayudantes del coleccionista dice: “don Máximo, no hay mercado”. O puede que no lo diga, porque antes de decirlo ya habrá elaborado y aplicado la solución: crear el mercado, mediante las estrategias de marketing. Esto significa, en la práctica, que se debe convencer, a la mayor cantidad de gente posible, que necesita determinado producto. Por ejemplo determinado tipo de pantalón o cierto juguete. El problema surge cuando se hacen conteos de respecto de la energía utilizada. Tanta para fabricar el producto, tanta para la campaña de marketing, tanta para la gestión. Cuando ya lo ha comprado, el consumidor se da cuenta que no necesitaba el artículo como creyó al principio y lo termina abandonando en algún recóndito lugar. Y de ahí a la basura. Sospecho que la cantidad de energía que se ha despilfarrado en estas tautologías alcanzaría para resolver todo el problema energético actual, alimentación, etc. Entonces ¿economía centralizada? ¿O libre con leyes restrictivas?. Aquí aparecen los doctores de Harvard o Chicago con sus recetas de siempre. Excepto en las crisis (como la que estamos viviendo): todos los doctores de Chicago ahora desprecian al libre mercado. Todos andan echando una miradita a los manuales marxistas.

martes, 3 de marzo de 2009

El inicio de la Edad Media

Cuando Roma estaba a punto de irse a la misma mierda surgió, quien sabe de donde, de las entrañas de la tierra seguramente, una fuerza histórica que vendría a reemplazarlo todo. Una extraña mezcla de tradiciones provenientes de todas las culturas de la época, de religiones notables, complejas y antiguas. La violencia estaba también por doquier, la guerra y la invasión, tenida como una manera honesta de ganarse la vida. No se puede negar que los bárbaros fueron, después de todo, unos piratas cuyo interés no era místico. El objetivo era llegar a tener el mayor número posible de aldeas que saquear.

Los bárbaros de los tiempos romanos querían tierra y querían tranquilidad. Presionaron intensamente para que el imperio, al cual juzgaban inexpugnable, les diera protección. A cambio ellos colaborarían en la protección del imperio, en alguna media. No poseían los siglos de estrategia ni el armamento sofisticado de los romanos. Se tenían a sí mismos, tenían la “fuerza” para seguir adelante.

Los romanos permitieron esta intromisión, por displicencia y porque no les quedaban demasiadas opciones. La incorporación de los bárbaros al ejército establecido implicó presiones por oro. El oro fue entregado o prometido por los emperadores romanos. Cuando no se cumplieron las promesas se alzaron los regimientos contra el poder central. Es curioso: estando fuera los bárbaros tenían miedo. Estando dentro del imperio (y del sistema) el temor supersticioso desapareció y se instaló algo mucho más duradero: la ambición. La ambición fue como una bola de nieve. Creciendo cada vez más hasta alcanzar niveles tan exorbitantes como desear tener el imperio mismo. Todo el poder para sí. Mientras otros bárbaros seguían presionando las fronteras, gente venida de regiones aun más lejanas y frías, precedidos por las ratas y la peste. Hablamos de los hunos. Los hunos atacaron constantemente al imperio y este se defendió como pudo. Aecio los mantuvo a raya mediante engaño, dinero y algunas victorias militares. Pero no fue suficiente. La caída fue inminente. Los ostrogodos, que hacía un siglo se habían instalado en lombardía, instalaron a su rey en el poder.

jueves, 26 de febrero de 2009

Dos métodos opuestos

Cuando se está en el ejercicio del arte (o en el ejercicio del vivir incluso) se tienen varias opciones para moverse. Creo que hay, al menos, dos extremos opuestos. Uno de ellos es planificar desde un principio lo que se hará. Cuando se planifica la situación se la mantiene siempre bajo control y ese control nos llevará siempre a un final esperable. El artista es un dios que crea según los arbitrios de su voluntad. Es un método eficaz si se tiene una claridad mental que puede ser pensada como sobrehumana. Los campeones de dicho método han pasado a la historia. Otra opción es empezar sin planificar. La idea, un poco, es descubrir. Es decir, entrar en una búsqueda profunda y fecunda. Con este criterio nada está descartado de antemano. Cualquier elemento podría tener un lugar en el tremendo rompecabezas llamado obra de arte.

Lo cierto es que nunca se utilizan de manera perfecta uno u otro método. La verdad es que se planifica un poco, se descubre otro poco. Deberíamos decir, más bien, que la obra de arte es un vector de dos componentes. Por un lado la idea precisa de lo que va a hacerse y por otro lado el descubrir. A las academias les da con lo primero y al autodidacto le da con lo segundo. Para las academias es fácil: nos hacen creer que están planificando cuando en realidad se saben el final de la historia. O sea, hacen trampa.

Lo interesante es que (ya lo anticipé) la vida también tiene estos componentes. No me parece sano andar reprimiendo un componente a priori. Quizá la gran tragedia de áreas profesionales como la ingeniería es que sus integrantes viven usando “la voluntad”, bajo un estricto criterio de cumplimiento de metas, olvidándose del descubrimiento de cosas. Descubren, pero casi siempre la agenda ya ha planificado cuándo descubrir y en qué dosis.

Supongo que lo mejor es mantenerse fiel a sí mismo. No engañarse. Respecto de la búsqueda no se debe caer en la tontera de ser fiel a los dictados de alguna determinada ideología. ¿Por qué habría que hacerse tal cosa? ¿Por que la ideología es la verdad? Es más justo seguir a “la verdad en si”, adonde quiera que se esconda, consciente que llegar a ella es imposible (o por lo menos extremadamente lejana y por lo tanto el camino que queda por recorrer es quizá más largo que la vida de un hombre) de tal manera que no nos queda más que estar en movimiento. La quietud (mental, por supuesto) piensa que ya se llegó a la verdad. “No hay nada que andar buscando. Tenemos las respuestas”. A pesar del hecho experimental que indica que la mayor parte de los humanos caen en la “quietud” a medida que envejecen (un mono viejo no aprende trucos nuevos, etc) sigo adhiriendo a la búsqueda y al descubrimiento. Con este argumento me termino por comer la cola como sucede siempre con los argumentos.

martes, 24 de febrero de 2009

Contrabatman

Lo primero que un posible espectador debe saber, cuando se pone en trámite de ver la película, es que está frente a una película para niños. Ese es el código básico: entusiasmar con una historia insulsa y llena de clichés y guiños a otras películas o a otras historias. Se me argumentará que toda historia viene de otra o como diría Borges “toda escritura es una reescritura” ( en una frase que además no es de él), claro, todo eso es verdad. Pero el talento del director está en que no se note cuando se ha pedido prestado de otras películas.
Una historia prestada (aunque se desarrolla distinto) es la historia de amor que se presenta en Batman. Se trata de un triángulo amoroso. Por un lado el solitario Bruce Wayne, un héroe en la oscuridad y que para los ojos del mundo es un frívolo dandy. Por otro lado el héroe “público”, el héroe que se maneja en el mundo de la política real, es decir en el mundo de los adultos. En medio: la chica, que ama a Batman, pero que prefiere quedarse con el héroe real porque no es correcto que una chica como ella abandone al verdadero héroe por irse con un “ser de la oscuridad”. Hay que decir que, a pesar del heroísmo indiscutible de Batman, éste no deja de ser un niño que ama demasiado los juguetitos. Después volveré sobre el tema de los juguetes. Pero por ahora: la historia de amor que se presenta ya la había mostrado Casablanca. Por un lado Rick y por otro lado Víctor Laszlo. Este último un verdadero héroe húngaro que busca la liberación de su país. La chica se queda con el héroe porque es lo correcto. Lo curioso es que en ambos casos “el ser de la oscuridad” (Batman o Rick, que incluso se hace acompañar de un pianista negro) acepta que lo mejor es que la chica se quede con el héroe público. Y están dispuestos a verla partir, aunque la besen antes de dejarla.
Por eso en Batman uno espera que la chica se vaya con el héroe y que batman se aleje hacia el horizonte con una melodía triste de fondo. Pero no, no ocurre eso. El héroe publico (en lo que podría calificarse de una continuación de Casablanca traducida a los parámetros Marvel), se transforma en una especie de monstruo que busca destrucción y venganza pues el malvado de la película (el guasón) le ha envenenado el alma con lo único que podía quitarle el heroísmo: la muerte de la chica. ¿Por qué el director, el guionista o quien haya tenido la idea eligió ese camino?. Por una razón muy simple: había que salvar la imagen y reputación de Batman. Creo que Batman disfrazado de Humprey Bogart no quedaba bien frente a los niños. Había que dejar en claro que frente al guasón, que es un rival de peso, sería Batman quien triunfe. La muerte de la chica es un sacrificio: no creyó suficiente en la misión de “el señor de la oscuridad”.
Vuelvo al tema de los juguetes. Claramente Batman es un niño grande que utiliza toda su fortuna para crear juguetes cada vez más sofisticados con los cuales oponerse al mal. Ahora, esos juguetes, además traen aparejada una imagen de héroe que retrata muy bien a los norteamericanos. No se trata de un héroe como El Zorro o Bruce Lee que triunfan gracias a su habilidad. Se trata de un héroe que triunfa gracias a ingenios tecnológicos. Exactamente como triunfan los gringos en medio oriente. Por lo tanto es Batman una metáfora de héroe con tufillo a partido republicano. No es un héroe, nuevamente, como el zorro o Manuel Rodríguez que están siempre “contra la autoridad”: batman es amigo de las autoridades y su objetivo es ayudarlos. Es también el tipo que trata de hacer justicia con sus propias manos, exactamente lo que propone la agrupación.
Corrijo el inicio del artículo: es una película para niños, sí, pero para niños que serán los Conservadores del mañana. Véala con moderación.

martes, 13 de enero de 2009

Spider (de Cronemberg), un hombre sin sentido de realidad

Siempre se presenta la dicotomía entre las películas “profundas” y las películas “entretenidas”. A las primeras se las califica de serias y a las segundas de frívolas. Sin embargo, a mi juicio existe un amplio grupo de películas donde dicha dicotomía no existe. “Spider”, de David Cronemberg, es una de ellas.

Desde la escena inicial, el filme nos plantea el reto de entrar en la mente del personaje y saber que pasa en ella. Lo que pasa por la mente del sujeto (no es lo único) es la alucinación, lo comprendemos con el correr de imágenes pesadillescas y degradadas. Spider es un hombre alucinado que cree saber con claridad como funciona el mundo, pero su aspecto angustiado delata un permanente estado de sospecha y temor respecto de su entorno. Spider está siempre desconfiando, siempre sospechando y siempre mascullando comentarios para sí, que los demás no oyen. Hacia el final de la película (y con esto me adelanto bastante), la realidad se le aparece una cosa extrañísima, que no comprende, que no ha comprendido nunca. Que no comprenderá nunca y que volverá a jugarle malas pasadas.

Por suerte para el hombre hay una cierta constancia en la vida, por lo tanto puede realizar estrategias de sobrevivencia. Son las estrategias de sobrevivencia correctas para el mundo en que cree vivir, después de todo Spider no es tonto. Pero esas estrategias de sobrevivencia, que van haciéndose cada vez más peligrosas para quienes le rodean, y más peligrosas para el propio Spider, chocan con lo inesperado de manera creciente. Y al hacerlo, el personaje sufre una creciente perdida de sentido. Como su actuar, además, está contra las normas del mundo “normal” (Spider es un “anormal” durante toda la película y durante toda su vida) se le caracteriza como “loco” y, de esa manera, Spider ha tenido que pasar encerrado bastante tiempo. El encierro no es solo generado por el sistema de salud. Lo genera también el propio Spider. Ese es aproximadamente, el giro de los acontecimientos en la película.

Podría decir que “el fondo de la película es la locura, la forma en que la locura atrapa a un hombre y lo vuelve un ser marginal”, pero esa es solo una primera lectura. Porque la película también nos presenta una visión crítica de la familia pequeño burguesa. La familia de Spider, en su niñez, es su padre y su madre. Un entorno correcto y adecuado desde un punto de vista democristiano y, sin embargo, es este ambiente el que engendra una mente como la de Spider. ¿Por qué?. Cronemberg no hace aquí una presentación realista de las familias, sino una representación altamente simbólica; no es fácil darse cuenta al ver la historia por primera vez. Hay, en todo instante, una dinámica Edípica en el comportamiento de todos los integrantes. Es una figuración Edípica bastante canónica, por lo demás, donde cada uno de los personajes juega su papel a la perfección. El niño odia al padre que le quita a la madre, a “su” madre, a la madre tal como Spider la quiere, buena y pura. Se la reemplaza por una mujer burda y chabacana, una prostituta de la calle, que bebe, fuma y se comporta de manera lujuriosa. Estas dos madres, que Spider pone (y “opone”) en evidencia con su visión de mundo, son al final una sola persona y el personaje lo descubre demasiado tarde. A esa altura su mente se ha separado de la misma forma en que lo ha hecho su madre.

El filme también muestra una cierta visión acerca de la infidelidad. Una infidelidad que aparece en el padre de una manera desagradable, ligada al crimen y a la irracionalidad. Es más una urgencia sexual, perversa, que una aventura de amor. Se nos aparece un tipo que está deseando escapar de su hogar, de una casa quizá demasiado monótona y calma. Para la mente de Spider (todo el pasado lo estamos viendo a través de sus ojos), su padre elige a la primera mujer que le satisfaga la urgencia y con eso el padre destruye a la madre y a la “familia feliz”. La mujer hace algunos esfuerzos por evitar la infidelidad. Se compra ropa sexy para atraer a su hombre. En los ojos de Spider, la mujer no logra retener a su hombre. A pesar de ese fracaso, Spider comienza a entender que no es él el favorito de su madre, ni es él el único que atrae su atención. Spider comprende que su madre está pactando con el enemigo (su propio padre). La infidelidad del padre se desarrolla rápidamente a los ojos de Spider. Todos en la platea participamos en el desprecio por la amante y por el padre. “Son unos malditos criminales”, escuché decir en la butaca de al lado. En cambio, profesamos gran ternura a la madre, una mujer inocente y buena.

El director logra, con gran maestría, convertir al espectador en una variedad de Spider. Hasta que nos llega la sorprendente verdad final. Y los sorprendidos somos todos, el personaje y los espectadores. El espectador siente que él también merece el encierro, que él también está loco, que su propia madre está dividida en dos. La escena del automóvil alejándose hacia el manicomio es también un alejamiento hacia la infancia del personaje. Una segunda vuelta es necesaria. Cosa que, gracias a nuestro poder como espectadores, podemos llevar a cabo para salvarnos de la locura. Spider no tiene tanta suerte; ha entrado en un ciclo infinito. Conocer el secreto (“la verdad”) permite acercarnos a otros detalles que pasan desapercibidos al principio. Detalles constructivos que nos convencen de haber sido engañados durante mas una hora. Un pequeño pero importante ejemplo: existe una sola actriz para representar a tres personajes distintos que van pasando por la cabeza del protagonista. Sin embargo esos personajes son todos el mismo: una visión, una parte de la madre, una de las formas bajo las cuales se manifiesta la madre.

Es una película absolutamente recomendable. Una película que, si peco de exagerado, debieran verla todos los Santiaguinos las dos veces que señalo. Esta película es ideal para resolver conflictos Edipicos y de esa clase de conflictos el santiaguino está lleno.