martes, 13 de enero de 2009

Spider (de Cronemberg), un hombre sin sentido de realidad

Siempre se presenta la dicotomía entre las películas “profundas” y las películas “entretenidas”. A las primeras se las califica de serias y a las segundas de frívolas. Sin embargo, a mi juicio existe un amplio grupo de películas donde dicha dicotomía no existe. “Spider”, de David Cronemberg, es una de ellas.

Desde la escena inicial, el filme nos plantea el reto de entrar en la mente del personaje y saber que pasa en ella. Lo que pasa por la mente del sujeto (no es lo único) es la alucinación, lo comprendemos con el correr de imágenes pesadillescas y degradadas. Spider es un hombre alucinado que cree saber con claridad como funciona el mundo, pero su aspecto angustiado delata un permanente estado de sospecha y temor respecto de su entorno. Spider está siempre desconfiando, siempre sospechando y siempre mascullando comentarios para sí, que los demás no oyen. Hacia el final de la película (y con esto me adelanto bastante), la realidad se le aparece una cosa extrañísima, que no comprende, que no ha comprendido nunca. Que no comprenderá nunca y que volverá a jugarle malas pasadas.

Por suerte para el hombre hay una cierta constancia en la vida, por lo tanto puede realizar estrategias de sobrevivencia. Son las estrategias de sobrevivencia correctas para el mundo en que cree vivir, después de todo Spider no es tonto. Pero esas estrategias de sobrevivencia, que van haciéndose cada vez más peligrosas para quienes le rodean, y más peligrosas para el propio Spider, chocan con lo inesperado de manera creciente. Y al hacerlo, el personaje sufre una creciente perdida de sentido. Como su actuar, además, está contra las normas del mundo “normal” (Spider es un “anormal” durante toda la película y durante toda su vida) se le caracteriza como “loco” y, de esa manera, Spider ha tenido que pasar encerrado bastante tiempo. El encierro no es solo generado por el sistema de salud. Lo genera también el propio Spider. Ese es aproximadamente, el giro de los acontecimientos en la película.

Podría decir que “el fondo de la película es la locura, la forma en que la locura atrapa a un hombre y lo vuelve un ser marginal”, pero esa es solo una primera lectura. Porque la película también nos presenta una visión crítica de la familia pequeño burguesa. La familia de Spider, en su niñez, es su padre y su madre. Un entorno correcto y adecuado desde un punto de vista democristiano y, sin embargo, es este ambiente el que engendra una mente como la de Spider. ¿Por qué?. Cronemberg no hace aquí una presentación realista de las familias, sino una representación altamente simbólica; no es fácil darse cuenta al ver la historia por primera vez. Hay, en todo instante, una dinámica Edípica en el comportamiento de todos los integrantes. Es una figuración Edípica bastante canónica, por lo demás, donde cada uno de los personajes juega su papel a la perfección. El niño odia al padre que le quita a la madre, a “su” madre, a la madre tal como Spider la quiere, buena y pura. Se la reemplaza por una mujer burda y chabacana, una prostituta de la calle, que bebe, fuma y se comporta de manera lujuriosa. Estas dos madres, que Spider pone (y “opone”) en evidencia con su visión de mundo, son al final una sola persona y el personaje lo descubre demasiado tarde. A esa altura su mente se ha separado de la misma forma en que lo ha hecho su madre.

El filme también muestra una cierta visión acerca de la infidelidad. Una infidelidad que aparece en el padre de una manera desagradable, ligada al crimen y a la irracionalidad. Es más una urgencia sexual, perversa, que una aventura de amor. Se nos aparece un tipo que está deseando escapar de su hogar, de una casa quizá demasiado monótona y calma. Para la mente de Spider (todo el pasado lo estamos viendo a través de sus ojos), su padre elige a la primera mujer que le satisfaga la urgencia y con eso el padre destruye a la madre y a la “familia feliz”. La mujer hace algunos esfuerzos por evitar la infidelidad. Se compra ropa sexy para atraer a su hombre. En los ojos de Spider, la mujer no logra retener a su hombre. A pesar de ese fracaso, Spider comienza a entender que no es él el favorito de su madre, ni es él el único que atrae su atención. Spider comprende que su madre está pactando con el enemigo (su propio padre). La infidelidad del padre se desarrolla rápidamente a los ojos de Spider. Todos en la platea participamos en el desprecio por la amante y por el padre. “Son unos malditos criminales”, escuché decir en la butaca de al lado. En cambio, profesamos gran ternura a la madre, una mujer inocente y buena.

El director logra, con gran maestría, convertir al espectador en una variedad de Spider. Hasta que nos llega la sorprendente verdad final. Y los sorprendidos somos todos, el personaje y los espectadores. El espectador siente que él también merece el encierro, que él también está loco, que su propia madre está dividida en dos. La escena del automóvil alejándose hacia el manicomio es también un alejamiento hacia la infancia del personaje. Una segunda vuelta es necesaria. Cosa que, gracias a nuestro poder como espectadores, podemos llevar a cabo para salvarnos de la locura. Spider no tiene tanta suerte; ha entrado en un ciclo infinito. Conocer el secreto (“la verdad”) permite acercarnos a otros detalles que pasan desapercibidos al principio. Detalles constructivos que nos convencen de haber sido engañados durante mas una hora. Un pequeño pero importante ejemplo: existe una sola actriz para representar a tres personajes distintos que van pasando por la cabeza del protagonista. Sin embargo esos personajes son todos el mismo: una visión, una parte de la madre, una de las formas bajo las cuales se manifiesta la madre.

Es una película absolutamente recomendable. Una película que, si peco de exagerado, debieran verla todos los Santiaguinos las dos veces que señalo. Esta película es ideal para resolver conflictos Edipicos y de esa clase de conflictos el santiaguino está lleno.