viernes, 15 de abril de 2011

El pensar y los banqueros

Un alto representante de los banqueros se mandó una frase que deja la sangre helada, por lo honesta y por lo macabra. Por que, desde Marcuse, los izquierdistas fanáticos llevan un montón de tiempo señalando aquella teoría semi-conspirativa que han llamado “la teoría de la dominación”. Resumo a partir de la teoría: los que han fraguado el plan de dominación son justamente los banqueros. Y la mayor parte de la gente, cuando escucha esas historias, sonríe y dice “no debe ser verdad”, ¿cómo puede serlo?. Y bien, resulta que la declaración del banquero fue: “el gobierno no está para hacer pensar a la gente”. Por supuesto, es una declaración sobre todo conspirativa. El gobierno no está para revelar ciertos secretos a la ciudadanía.

Un detalle de importancia: “la gente” a la que se refería la declaración, no era “toda” la gente sino solo aquellos que tienen acceso a una cuenta corriente. Ellos son una clase especial dentro de “la gente”. Todo el que tiene acceso a determinado ingreso puede acceder a una cuenta corriente y, por supuesto, el ingreso viene dado por un determinado nivel de educación y/o influencia. Por lo tanto, los aludidos distaban de ser elementos desinformados, ignorantes o embrutecidos. Pero al banquero le daba lo mismo: no eran de su nivel, eran del nivel de aquellos que no merecen informarse de ciertos “secretos”. Ahora, lo más impresionante de todo es que el poderoso banquero que se despachó la declaración sigue siendo una “segunda línea” dentro del poder real en Chile, un país que (sabemos) gravita poco en las decisiones mundiales. Es decir, es una n-esima línea dentro del poder real del mundo, el poder a secas. Debemos recordar que los bancos son un ítem más dentro del organigrama de los Luksic, Matte, Angelini, Claro o Piñera, si hablamos de Chile, los que, a su vez, son un ítem más dentro de los millonarios del mundo. Un verdadero monopoly.

lunes, 4 de abril de 2011

El Padrino y la justicia

Se dice, casi un lugar común a estas alturas, que la venganza y la justicia son cosas muy diferentes. Y estoy de acuerdo con eso. Pero ese es un alcance más bien teórico En la práctica empírica la justicia “real” funciona como venganza, absolutamente. Casi podría aventurar: no me extrañaría nada que ambos entrañaran el mismo mecanismo neuronal.

Un ejemplo literario de esta relación exquisita entre venganza y justicia (la venganza es un plato que se come frío, etc) es “El padrino” (que es como decir, su autor, es decir Mario Puzo). En él se lee que a cada falta se le corresponde un castigo que debe ser equivalente. Eso se le dice El Padrino a Bataglia cuando pide la muerte para el que violó a su hija. Alguien podría objetarme la frivolidad del ejemplo, pero por suerte tengo un As bajo la manga: Levy Strauss. Según este antropólogo (un estudioso de los regalos) cada vez que se realiza un regalo debe ocurrir una “devuelta”. Si este intercambio equilibrado no se produce, a la larga la sociedad lo paga caro. Ahora bien, en mi opinión el castigo es una especie de “regalo multiplicado por –1”, es decir, un “antiregalo”. Y por lo tanto su economía debe ser cuidada con el mismo equilibrio y, de esa manera, las impresiones de Mario Puzo (la ética del padrino) resultan del todo justificables.

En ese sentido, la pena de muerte me parece con poco sentido práctico: el castigado con la muerte sufre el brevísimo instante de la muerte. Luego, todo es paz, dado que no creo en la existencia del infierno. La cadena perpetua es infinitamente peor, porque es estar muerto en vida.