viernes, 26 de marzo de 2010

La Lentitud

No tengo claridad respecto de los beneficios de la lentitud. Pero es probable que la lentitud ayude a hacer las cosas más minuciosas y pensadas. Ahora, la pregunta (si es que lo anterior es correcto) pasa a ser la pregunta por los beneficios de hacer cosas más minuciosas y pausadas. Las cosas minuciosas y pausadas se supone deben contener menos errores. Sin embargo, su amplitud es reducida. Pocos lugares pueden ser alcanzados por ese orden minucioso. Por lo tanto, el orden minucioso es difícil de alcanzar: es lento. La pregunta que uno puede hacerse es ¿puede el orden minucioso volverse una cosa que llegue a todos? La primera respuesta es: algún día llegará a todos. Pero se demorará. ¿Puede apurarse el proceso lento para que deje de ser lento? La respuesta, con la tecnología actual, es que si. Siempre y cuando consideremos una minuciosidad a ojo desnudo. Porque si llega a ocurrir que la minuciosidad es evaluada por máquinas, el proceso podría volver a su lentitud original. Minuciosidades de orden atómico requieren tecnologías más costosas para su ejecución. El precio, entonces, se vuelve una variable relevante o, lo que es lo mismo, la energía requerida se vuelve una variable importante. Las actividades más lentas requieren mayor consumo de energía y por eso se las reserva para cosas “especiales”. Las cosas especiales tienen que ver con sanidad extrema o con fragilidad de la materia trabajada, como puede ser el acto de restauración o los peligros involucrados en la radiación nuclear. En todos los casos debe evaluarse cual es el nivel mínimo requerido, el “umbral”. Por lo tanto, la lentitud no es para cualquiera. Es para unos pocos elegidos.