martes, 22 de julio de 2008

Disparando para todos lados: la burocracia del conocimiento


La investigación científica en el mundo tiene una crisis de imaginación. No puedo asegurar que los juicios que emita en este articulo sean por completo ciertos pero si puedo asegurar que representan un sentir. El sentir de que la ciencia se ha transformado en una actividad tremendamente mecánica. Como que para cualquier cosa hay un método definido: investigar, hallar tabla de datos o gráfico, escribir el paper. Casi nunca se ve, incluso es de mal tono, la realización de trabajos puramente especulativos, donde se discutan los problemas y las posibles soluciones. NI siquiera se presentan las posibilidades o aplicaciones de determinada investigación. “Eso es para los ingenieros”, dicen dando, de esa manera, una respuesta miope: Es falso que los ingenieros se preocupan del tema y con ello facilitan la ya afianzada “burocratización de la ciencia”. En esto ultimo quiero detenerme.

La burocracia es un tipo de organización creada por un tal Weber hacia fines del siglo XIX. Tal orgánica influyó en el Taylorismo y la tropa de pensadores positivistas que sobrevivieron hasta el siglo XX, o hasta hoy incluso. Se trataba de una estructura jerarquizada, donde los que se hallan en la base de la pirámide de mando realizan tareas simples y fáciles. En la burocracia no hay movilidad, a lo sumo ascensos que ocurren cada 10 o 20 años. El resto del tiempo el “burócrata” timbra y timbra certificados, despacha y despacha informes, etc. Tareas simples, cuya práctica debiese llevar, según la teoría, a una eficiencia ideal. La burocracia se volvió muy popular en todo el mundo, pues aumentaba de manera asombrosa la eficiencia y se adaptaba muy bien a la concepción estatista de la sociedad.

A la ciencia también llegó la burocracia. Los distintos grados académicos que se entregan a los investigadores son tremendamente inflexibles. Siempre el Magister va a mandar al licenciado y el doctor manda al Magister. Al menos eso es lo que se defiende dentro de las ciencias. Eso, en lo que a relaciones de poder se refiere, pero ocurre lo mismo en las áreas de trabajo del científico promedio. Sujetos que investigan dedican toda una vida al estudio de una determinada aleación, sin compendiar jamás este conocimiento. Ya Ortega y Gasset lo había previsto le había llamado “la barbarie de la especialización”.

Al científico actual parece que no le gustara más que investigar el detallito mas mínimo, sin mirar para ningún lado, sin pensar que ese problema está inmerso en algo infinitamente más grande llamado naturaleza y que, en el fondo, es lo que tratamos de encontrar. El científico se pone anteojeras. Al menos en la Universidad de Chile, es marcadísimo lo que explico. Pero me han contado que pasa lo mismo en las universidades del mundo.

Hay otros hechos que revisten igual o mayor gravedad que el anterior. Y que se hallan muy relacionados con este estilo de “vasos no comunicantes”. Uno de ellos es el nulo deseo de democratizar el conocimiento. Es decir, el conocimiento no se halla ahí para que todos, ignorantes o informados, tengamos acceso y hagamos uso de él. No. La idea es que el que paga (y se paga mucho), lo tenga. Me han contado de conferencias sobre ultimas investigaciones en determinada área, conferencias en CALTECH o MIT, a las que necesariamente hay que pagar. Casos en los que han expulsado prepotentemente a los “colados”. A mi me suena raro. ¿Dónde quedaron los ideales de conocer para entregar a “la humanidad” una mejor comprensión de la fisis?. Los departamentos de extensión, si es que existen, tienen como objeto mostrar obritas de teatro o cine a mil. No salen de eso. Jamás se ve que un experto materiales biológicos haga esfuerzos por divulgar lo que sabe, si es que sabe algo. Nuevamente, esto es marcadísimo en la facultad de Ingeniería de la Chile. Si no me equivoco, no tiene departamento de extensión. Todo lo que hace la chile ( y con ella todo el país, incluso en eso es “la universidad de todos los chilenos”) es con criterio economicista y más encima aplicado de manera mediocre. Una muestra: no se realiza colaboración con universidades privadas. Se sabe que las privadas no tienen, por lo general, laboratorios para ingeniería. Uno esperaría que la Chile se avivara y les ofreciera el servicio, con criterio economicista. Eso no se hará jamás. Las universidades privadas, dicen, son la competencia directa de la Chile y nosotros no podemos ayudar a la competencia. Suena bien. Sin embargo, de la Chile provienen muchas de las críticas que se hacen contra el sistema de competencia. Por otro lado está demostrado (Vease Amartya Sen o John Nash) que la economía funciona bien si se compite, pero que funciona aún mejor si se colabora. Los motivos para no colaborar con universidades privadas aparecen como políticamente muy correctos, pero carecen de visión y de verdadera economía. Por supuesto la colaboración podría darse con otras instancias de estudiantes (institutos, colegios, etc), pero para eso los recursos son bastantes. Ya sabemos que el estado no está dispuesto a invertir en traspaso de conocimientos de alta calidad a entidades que lo requieren con tanta urgencia y, menos aún, que esa tarea quede en manos de una universidad como la Chile. Los actuales manejadores del estado prefieren que el estado se encargue. Resultado: los operadores políticos tienen financiados sus asados y otras actividades menos alegres.

Esta falta de democracia que he descrito tiene un efecto bastante conocido en Chile. Y del cual todos nos hemos visto perjudicados. Se trata de la carencia de innovación, definida ésta como la creación llevada a negocios. Nadie puede negar que los negocios en el ámbito industrial carecen completamente de imaginación. Es fundamental que exista. En los tiempos de crisis, los empresarios se lamentan. ¿Para qué esperar hasta que llegue una crisis para hacer mejor las cosas?, pero cuando hay abundancia, nadie se acuerda.

1 comentario:

hipoceronte dijo...

Totalmente de acuerdo con lo de democratización de conocimiento.
Los científicos nos hemos vuelto los curas de antaño, donde uno sabe, tú no, escúchame, obedece aunque no sepas porqué. Pasa con los médicos, los químicos, los físicos, etc.
Una tontera.
Cuando nos empezamos a enorgullecer de un 99% de alfabetización en el país, habría que hacer un estudio más acabado, pues en estos tiempos se requiere hacer un buen uso de estas capacidades como podemos ver con la actual analfabetización virtual, o digital, o relativa a Internet.