viernes, 24 de abril de 2009

Charles Darwin y su opinión de los primeros chilenos

Este año se cumplen 200 años en la historia de la evolución de las especies: el nacimiento de Darwin. El hecho ha sido difundido por algunos medios como el Artes y Letras de El Mercurio, resaltándose la figura de Darwin como la de un genio que nos dotó de una de las más importantes teorías modernas. Sin embargo, Darwin no era todo lo prístino y genial que pensamos. El punto es que su imagen del mundo distaba mucho de ser informada. El tipo era un Europeo promedio del siglo XIX (al menos en sus primeros años, antes de la fama y los diarios), ese que vivía en la barbarie de las primeras décadas de la industrialización. Ya saben de qué hablo, Dickens escribió bastante sobre el punto. Ese Europeo promedio pensaba que los negros no eran humanos y mantenían la duda respecto de las mujeres. Pues bien, cito una opinión de Darwin respecto de los indios yámana (o yaganes), vecinos de los selk’nam, ambos pueblos que los contemporáneos de Darwin hicieron desaparecer: “Constituían el grupo de criaturas más feas y miserables que he visto en mi vida. Se hallaban completamente desnudos o con una piel de nutria que apenas bastaba para cubrirles las espaldas hasta las caderas. Sus feos rostros estaban pintados con colores blancos, su piel era sucia y grasienta y sus ademanes violentos. Ante el espectáculo de estos hombres es difícil creer que sean semejantes nuestros y habitantes de un mismo mundo”. Cuando se ven las imágenes que acompañan los libros sobre yámanas, se descubre que son los mismos rostros que se ven en las poblaciones o en Ahumada después de cierta hora.

La opinión de Darwin es bastante aclaradora, sobre todo viniendo de un tipo que se supone fue un iluminado, y un avanzado, y por lo tanto clasificado dentro de una visión más liberal. Sobre todo por la cantidad de problemas que su teoría ha tenido con las creencias religiosas tanto occidentales como musulmanas. Luego de tanta polémica, uno creería que Darwin es de Izquierda. Pero no. Lo que aclara es lo obvio: los europeos no nos quieren (querían) por nuestra linda cara si no porque constituimos (constituíamos) mano de obra en las cuestionables “producción” y “crecimiento”. Luego de la independencia, Chile siguió dominado por la lógica de la invasión. El representante del invasor, el hombre blanco, domina el poder en absolutamente todos los ámbitos. El representante del invadido, en tanto, representa la fuerza de trabajo en un sistema de movilidad social escasa y de desigualdades evidentes.

De esta forma, Darwin es un hombre de dos caras. Igual cosa le ocurre a muchos intelectuales de su época y las contradicciones son parte esencial del trabajo intelectual. Sin embargo, es de mínima corrección que los medios informen de las dobles caras o dobles discursos en que incurren los intelectuales. El caso de Darwin se une al de otro insigne para los tiempos actuales: Voltaire. Y por ultimo un caso desde la literatura: Jack London. Estas contradicciones son un tema muy hondo y dará para otro artículo.

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