martes, 15 de diciembre de 2009

Las ciudades y su significado

Ciudades construidas a imagen y semejanza de nuestros símbolos. Ciudades que contienen cada uno de nuestros deseos. Antiguamente la ciudad era, también, un arma. Al modo de los tanques, la ciudad brindaba protección. La ciudad medieval se construía al lado de los “tanques” de esa época, los castillos, cuya función original era meramente bélica. A su alero fue posible establecer algún determinado tipo de comercio. Pero actualmente no hay enemigos externos que nos ataquen. Tenemos enemigos internos, pero contra ellos no hay nada que hacer. Evitar ciertos lugares. Por lo tanto la ciudad posee otras funcionalidades. La ciudad debe poblarse de lo que existe en la mente del hombre. Da la idea que cualquier cosa puede ser llevada a cabo en ella.

Dentro de ellos hay lugares que llevan al máximo el cumplimiento de los sueños: son los malles. Obviamente, en los malles no todos los sueños son cumplidos. Pero a la ciudad le da lo mismo. La ciudad tiene espacio para todos. Hay sectores de la ciudad construidos para satisfacer sueños sexuales, como los sexshops o los café con piernas o los topless o las esquinas donde se consiguen prostitutas callejeras o la infinidad de pequeños departamentos céntricos que poseen prostitutas siempre atentas a sus clientes. Los proyectos arquitectónicos modernos llevan a cabo nuevas estrategias de cumplimientos de deseos. Por ejemplo, edificios como el Territoria 3000 que poseen una serie de comodidades, pero también poseen una serie de prestaciones inesperadas: hay habitaciones con la tina en medio del living y, con ella, con una vista privilegiada de todo Santiago. Como decía Huidobro al elaborar su creacionismo: “hay cosas que la naturaleza no provee, pero que nos gustaría mucho ver”. El daba ejemplos como horizontes cerrados y cosas así, pero como sea, la modernidad es capaz de hacernos “ver” lo que sea. Un ejemplo extremo es Dubai, donde todos los deseos, hasta los más absurdos, pueden ser (y son) llevados a cabo, como centros de ski en medio del desierto.

Hay algo de infantil en eso. Es también algo irresponsable. Porque, después de todo, llevar a cabo esos deseos implica el uso de importantes recursos. Ustedes dirán, pero qué importa, en Dubai hay dinero. Claro, hay dinero, pero ese dinero ¿de donde proviene? El dinero representa otra cosa, es el símbolo de otra cosa. Esa otra cosa son recursos y la energía invertida para lograr extraerlos. Se han obtenido de otros sectores del globo. Los seres humanos llevamos nuestros recursos (nuestra energía) a Dubai porque ellos, lo árabes, aseguran que devolverán más. ¿Y como devuelven “más”? Creando un lugar de ensueño al que atraer turistas. Tienen la promesa de hacer realidad los deseos. No me puedo quitar la idea de que las inmobiliarias son excelentes organizaciones “psicoanalistas” que rastrean en el fondo del inconsciente Jungiano, buscando aquello que nos haga “feliz”, y que sea construible además. Actualmente casi cualquier cosa es construible. Sin duda que se puede discutir la incidencia de esto en el balance energético mundial y el equilibrio de las especies sobre el planeta.

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