miércoles, 9 de diciembre de 2009

A propósito de Gomorra

Uno de los motivos de la idealización que se ha hecho de la mafia tiene que ver con Hollywood. La trilogía “el padrino” es clara en señalar la ética y las buenas razones de la mafia. Muchos telespectadores en sus casas piensan, de inmediato, en ser mafiosos. Parece un mundo atractivo. Sin embargo, no son esos los verdaderos mafiosos. Los verdaderos mafiosos se dedican, actualmente, a negocios bastante más turbios y feos que producir toneladas de coca. Los negocios de la mafia son, actualmente, más peligrosos para el ser humano y no necesariamente ilegales. Son éticamente reprobables. Dentro de ellos, los crímenes ambientales. En muchos países la regulación ambiental es tenue o inexistente, de tal forma que se transforman en el sitio ideal para asentamiento de sujetos sin escrúpulos, los que, convencionalmente, llamamos mafiosos. De los crímenes ambientales, me tocará hablar más adelante.

De todas formas queda la duda, ¿cómo definimos, en términos más genéricos a un mafioso? ¿Quiénes pueden calificarse de promotores de la ética mafiosa? El punto es que no solo el bajo mundo puede calificarse de mafioso u “organizado en torno a actividades reñidas con la ética”. El “buen mundo” también se permite esta clase de orgánicas. Tenemos por ejemplo, toda la gran familia de resquicios legales, cuyo objetivo es ayudar a conseguir objetivos a determinados grupos de poder. El grupo de poder y su estudio de abogados llegan a una total simbiosis en este aspecto. Ambos luchan para conseguir el objetivo. Esos objetivos pueden ir desde conseguir “pasar” determinado requisito gubernamental hasta ganar un juicio de trabajadores, clientes insatisfechos o entornos contaminados. En todos los casos nombrados puede ocurrir que el grupo de poder sea el culpable o por lo menos tenga una responsabilidad importante en los hechos. Por su propia naturaleza, el grupo de poder comete acciones que no son evaluadas hasta el infinito, salvo regulaciones gubernamentales. En la defensa de los puntos anteriores, en la minimización de responsabilidades el abogado es llevado a cometer actos reñidos con la ética, aunque casi siempre “legales”. Los actos “reñidos con la ética” (expresión que parece eufemismo de algo gravísimo), tienen, todos, la potencialidad de realizar daños futuros.

No voy enumerar todos los aspectos y detalles de una simbiosis como esa, pero el punto es: una orgánica de esta naturaleza contiene características mafiosas. Dichas características yo la enumeraría como:

1. Poseen un código elaborado para comunicarse entre los distintos integrantes.
2. Dentro de las leyes estrictas o no escritas se encuentra la ley del silencio.
3. Existe la muerte dentro de la organización. Esta muerte puede ser real, pero no es aún el caso de Chile. En Chile el castigo es la degradación social que significa el desempleo y la posibilidad cierta de no volver a tener un trabajo dentro del entorno mafioso. Puede ser “la quiebra” si es que el desleal es otra organización, “un subcontrato” por ejemplo.

Por lo tanto mi conclusión es: todo el mundo puede funcionar como una red de mafiosos, en determinado periodo o quizá siempre. Por supuesto, el caso de las farmacias coludidas asoma como primerísimo ejemplo.

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