martes, 3 de marzo de 2009

El inicio de la Edad Media

Cuando Roma estaba a punto de irse a la misma mierda surgió, quien sabe de donde, de las entrañas de la tierra seguramente, una fuerza histórica que vendría a reemplazarlo todo. Una extraña mezcla de tradiciones provenientes de todas las culturas de la época, de religiones notables, complejas y antiguas. La violencia estaba también por doquier, la guerra y la invasión, tenida como una manera honesta de ganarse la vida. No se puede negar que los bárbaros fueron, después de todo, unos piratas cuyo interés no era místico. El objetivo era llegar a tener el mayor número posible de aldeas que saquear.

Los bárbaros de los tiempos romanos querían tierra y querían tranquilidad. Presionaron intensamente para que el imperio, al cual juzgaban inexpugnable, les diera protección. A cambio ellos colaborarían en la protección del imperio, en alguna media. No poseían los siglos de estrategia ni el armamento sofisticado de los romanos. Se tenían a sí mismos, tenían la “fuerza” para seguir adelante.

Los romanos permitieron esta intromisión, por displicencia y porque no les quedaban demasiadas opciones. La incorporación de los bárbaros al ejército establecido implicó presiones por oro. El oro fue entregado o prometido por los emperadores romanos. Cuando no se cumplieron las promesas se alzaron los regimientos contra el poder central. Es curioso: estando fuera los bárbaros tenían miedo. Estando dentro del imperio (y del sistema) el temor supersticioso desapareció y se instaló algo mucho más duradero: la ambición. La ambición fue como una bola de nieve. Creciendo cada vez más hasta alcanzar niveles tan exorbitantes como desear tener el imperio mismo. Todo el poder para sí. Mientras otros bárbaros seguían presionando las fronteras, gente venida de regiones aun más lejanas y frías, precedidos por las ratas y la peste. Hablamos de los hunos. Los hunos atacaron constantemente al imperio y este se defendió como pudo. Aecio los mantuvo a raya mediante engaño, dinero y algunas victorias militares. Pero no fue suficiente. La caída fue inminente. Los ostrogodos, que hacía un siglo se habían instalado en lombardía, instalaron a su rey en el poder.

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