lunes, 2 de agosto de 2010

Las celebraciones chilenas

Ocurre con alguna frecuencia (no demasiada) que Chile llega a instancias celebratorias. El Santiaguino, en particular, cuando quiere celebrar acude en masa a plaza Italia. ¿Por qué se va a plaza Italia, además de existir el ancestral “prestigio del centro” como diría Eliade?. No lo sé. Pero la pregunta que me surge en el último tiempo señala que las celebraciones actuales del chileno son más violentas que antaño. ¿Antaño cuando? Algunos opinan que la culpa es de la concertación, de la “blandura” de sus métodos. Claro, los que opinan así, lo más seguro es que no hayan asistido a ninguna celebración de ningún tipo y su fuente de información no sea más que la tele.

Supongamos que la culpa la tiene la educación concertacionista, que no ha sido capaz de enrielar a la juventud en la adecuada moral y en las buenas costumbres. Es cierto: los profesores ya no golpean a los alumnos. Sin embargo, recuerdo celebraciones escolares (de cuando yo era escolar) que terminaban en lo mismo. Eran celebraciones por los equis años del liceo y que implicaban destrozos, vandalismo y violencia entre grupos rivales del colegio. Nada de eso tuvo prensa en su época. Pero sé que ocurrió: yo estuve presente.

Otro ejemplo: los mechoneos (que en alguna medida son celebraciones), eran más violentas antes. Recuerdo casos de quemados con ácido en la época en que yo era mechón, año 93. Ninguno de esos mechones había recibido educación concertacionista “mano blanda”. Todos habían vivido con creces la mano dura de la dictadura, yo en particular, con patrullas, allanamientos y milicos con la cara pintada. Cualquier acto implicaba un viajecito en tanqueta.

Yo estuve presente además en la celebración por la muerte de Pinochet y tengo bastante material grafico. He estado en celebraciones del primero de mayo y en la celebraciones de la U campeón, del colo campeón, etc. La lógica es siempre la misma. Llegan las columnas, se instalan todas apiñadas en plaza Italia, los pacos cortan el tránsito por un rato y de pronto, casi de la nada, salta una chispa. Dado el ambiente de adrenalina que se da en esos actos, la más mínima de las chispas prende como si fuera combustible. De pronto son miles de exaltados que lanzan piedras contra los pacos (lejos, el primer blanco) y luego las emprenden con el mobiliario público, la señalética o el comercio. Esa clase de lógica de masas, dirán los teóricos del mamoneo, es producto de nuestro atraso como cultura y como pueblo. Tal afirmación es idiota por lo desinformada: basta un poco de zaping por las noticias de mundo para darse cuenta que todos los humanos de todos los países (sobre todo los europeos, tan cultos, refinados y elegantes) se comportan igual. No son más que los efectos del cóctel testosterona-adrenalina. Incluso he visto bien pensantes transformados en auténticos energúmenos cuando son invitados a esas manifestaciones. Luego, claro, niegan todo.

La otra vez oí decir que esa clase de celebraciones no se daban durante Pinochet. Habría que ser más honestos con las estadísticas: no hay datos para promediar porque durante Pinochet no había éxitos deportivos.

De todas maneras, no cabe duda que se trata de una interesante pregunta que demoraría meses de trabajo en llegar a término. Básicamente se trata de tener los datos y establecer las causas. Pero no he llegado a tanto. ¿Cómo habrán sido las celebraciones de cuando Martín Vargas era un ídolo?

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