viernes, 20 de agosto de 2010

Lo definitivo

Siempre el arte nos viene con un bluff: nos quiere hacer creer que determinada obra es “definitiva”. Caer en la categorización de lo definitivo es una tentación muy común del arte y parece que está en la constitución de su lógica. Montones de veces se ha oído decir: tal propuesta es la cumbre. Es decir, luego ya no viene nada más, o todo lo posterior es un intento de llegar a los talones. Pero los artistas posteriores persisten en el intento. Y alcanzan una nueva cumbre y así. La verdad, no hay ninguna cumbre. Hay un grupo de fans engrupidos que poseen un escaso sentido de pertenencia y desean satisfacerlo siguiendo “algo”. Algo que les haga sentir, aunque sea por un rato, que han llegado a la verdad. Cuando un ajeno los cuestiona, empiezan los problemas para el cuestionador. Podrían, incluso, llegar a golpearlo. Lo digo por experiencia propia: los engrupidos en las sectas artísticas son sujetos peligrosos.

Pero en fin, en montones de oportunidades pasa que la gente llega a creer en “lo definitivo”. Llega a creer que determinada manifestación del arte es ya el límite de lo alcanzable. Bueno, pues, se trata del mismo error que cometió Fukuyama. El creyó que la historia humana había llegado a su fin y que, de ahora en adelante el progreso sería siempre hacia la felicidad. El libremercado se erguía como el sustento ideológico de “lo definitivo”.

En el arte, los gestores tratan de convencer al publico de “lo definitivo”. Es un buen negocio lograrlo. Los buenos negocios se cuidan. Sin embargo, la historia sigue. Todos los días aparecen nuevas “novedades”. Antiguamente jubilar a un artista, digamos un músico, equivalía a dejar que un cassette se empolvara. Ahora no es necesario jubilar a nadie de manera tan radical: se puede acumular sin molestia como un mp3 en el disco duro. Con los enormes listados de música, lo definitivo pierde sustancia, y nos terminamos por reír de nuestras antiguas firmezas. El eclecticismo es la única alternativa. Lo mismo ocurre para el resto de las artes, el archivo digital permite acumular imágenes, fotografías, películas, etc. Por supuesto, se trata de una infinita “posibilidad” técnica. Porque de todas formas el sentido de pertenencia aun no es digitalizable y, por lo mismo, persisten los fans engrupidos que proponen lo definitivo hasta que su tribu se les disuelve.

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