jueves, 24 de mayo de 2012

El chauvinismo y la vanidad

Sábato dice que no comprende porqué se desprecia a los vanidosos y sin embargo no se desprecia a los chauvinistas. La verdad, yo creo que se equivoca: a los chauvinistas también se les desprecia. Por otro lado, dice que el desprecio que se da a los vanidosos desaparece cuando esa vanidad “se multiplica por varios millones” aludiendo, como ejemplo, a las vanidades que se indican en los himnos nacionales, los que son cantados con felicidad por todos. Pero seamos justos: el escritor de un himno fue un sujeto que quería hacer creer a la "naciente nación" que era "la" mejor y que sería la mejor en el futuro, para que sus habitantes se sintieran relativamente felices y confiados del paso que estaban dando: ser independientes. Quizá el vanidoso lo hace por lo mismo (basado en una inseguridad esencial), pero el único creyente en las vanidades del vanidoso es el propio vanidoso. En la nación en cambio, son millones los que creen en la vanidad nacional. Por lo menos la idea concita más apoyo, obligatorio o voluntario, pero lo concita.

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