martes, 12 de octubre de 2010

El dinero y la ciudad

Es claro que lo único importante en la ciudad es el dinero. Podríamos decir que las ciudades son solo sitios de intercambio. Una ciudad grande, como Santiago está pensada como un megacentro de intercambios. Es el centro de los intercambios de un país completo, con el mundo y entre si. Las ciudades por lo tanto, poseen validez cuando existe dinero. No se puede andar por la ciudad sin tener dinero y su ausencia ahuyenta también a los habitantes. La gente, cada vez más escasa, que vive en zonas rurales dice que para ir a la ciudad “hay que andar con la moneda”. Por eso se cuidan mucho de ir a la ciudad. La gente en la ruralidad puede sobrevivir perfectamente sin dinero. Recuerdo una visita que hice a Pichasca. La gente decía que para ellos conseguir “una luca” era una cosa prácticamente imposible. Tenían cabras. Comían cabras, se vestían con cuero de cabra, tomaban leche de cabra, hacían queso de cabra y a veces cambiaban algunas de esas cosas por trago o harina para hacer pan. La rutina era salir en las mañanas a pasear las cabras, por los cerros, en terrenos eternos y baldíos. Las cabras sabían muy bien sobrevivir de cualquier ramita que surgía. Algo de agua había. Surgía de manantiales. Hacia allá iban los cabreros.

Acá en la ciudad suele ser lo mismo. Hay manantiales cada tanto, lugares donde aflora otra clase de agua, una muy especial: es el dinero. Cuando fluye dinero de algún lugar de la ciudad, los habitantes se acercan. Van por trabajo o a vender productos. Es lo que ocurre por ejemplo, en las obras de construcción, los que pueden interpretarse como manantiales de dinero: una empresa inmobiliaria desea construir un enorme proyecto de oficinas (30 pisos en un barrio lujoso) y, por supuesto, para lograr el deseo debe llevar fuertes sumas al lugar para lograr que lo constructores hagan su trabajo. Y eso atrae a una cantidad importante de personas, que buscan dinero: comida, DVD’s piratas, mermeladitas caseras, etc. Es curioso que esos manantiales de dinero vengan y hayan sido planificados por otras personas, las que poseen el dinero. Las consecuencias son infinitas.

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